Disonancia Verbal: Luchas de Poder cuando empiezan las Campañas

03 Julio 2008
Es bueno que dialoguemos con dignidad y respeto mutuo, no caigamos en las descalificaciones que a la larga aumentan los rencores destruyendo el alma de los pueblos. Por Hugo Pérez White
Hugo Pérez White >
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Ya se sienten los clarines que anuncian la euforia electoral, a la que ya estamos acostumbrados a escuchar cada cierto tiempo y esa inquietud se siente en el aire, cuando epítetos y descalificaciones provenientes de todos los sectores, corren de un lugar a otro provocando desconcierto en la población, porque aparecen ilícitos económicos con dineros fiscales, acusaciones sentimentales reñidas con las buenas costumbres, descalificaciones personales entre altos dirigentes políticos que no cuadran con la sapiencia del chileno que sabe analizar los problemas que la vida le presenta, con entereza y dignidad.
Hoy día la comunidad nacional está más informada que décadas pasadas y las mujeres eternamente postergadas a ejercer cargos de alta responsabilidad pública, se van incorporado activamente en todos los estamentos sociales, políticos y económicos, por lo tanto los problemas cotidianos ya no son de una persona, sino la solución a ellos se obtiene a través del diálogo, la razón y la consecuencia.
Para aseverar lo dicho, podemos constatar, cómo líderes mundiales, voceros indiscutidos de grandes mayorías, han caído en la vorágine dialéctica y han sucumbido en el ostracismo político para siempre.
Es bueno que aprendamos de nuestros errores, porque ellos causan más problemas que soluciones y dialoguemos con dignidad y respeto mutuo y no caer en las descalificaciones que a la larga profundizan más las diferencias y aumentan los rencores destruyendo finalmente el alma de los pueblos, situación que ya hemos visto en todos los tiempos y en todas las latitudes.
La Iglesia católica a través de su más altos dignatarios en el país han reconocido este hecho pidiendo a sus fieles y a toda la comunidad nacional y en especial a los que ostentan el poder político, que no usen esta nociva herramienta que destruye el alma de un pueblo que sólo quiere vivir en paz y armonía espiritual.
El poder propiamente tal, es la capacidad, que tienen una o varias personas, para influir en la conducta de otros individuos en sus respectivas comunidades.
El poder público que entregamos a ciertas personas para que dirijan nuestros destinos temporalmente por supuesto, tiene como fin único y exclusivo respaldar la ley y respetar el ordenamiento jurídico del país y no para protegerse unos a otros, como en muchas ocasiones ocurre.
El poder no es sinónimo de fuerza, represión, ni violación de los mínimos derechos individuales.
Es tiempo entonces de apaciguar esta estampida de violencia verbal porque ello puede conducirnos a vivir situaciones no deseadas.
Foto: Terrasque
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