Crónicas Regionales: La Feria de las Pulgas

Crónicas Regionales: La Feria de las Pulgas

28 Agosto 2008
Aquí ideas se encuentran, los candidatos políticos conocen al pueblo, los servicios públicos del estado llegan a la gente, y los burócratas de la macroeconomía regatean un minuto de atención. Por Ricardo Rabanal
Ricardo Rabanal... >
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Deben existir pocos lugares en Antofagasta que tengan un sello tan característico y singular, como el que tiene nuestra querida Feria Pantaleón Cortés o Feria de las Pulgas. Allí entre puestos de frutas maduras, pescado fresco y colgadores de ropa nueva y barata se desarrolla uno de los comercios más importantes para el sector norte de la ciudad.
Recorrerla como comprador, es distinto al de ser un observador silencioso del esfuerzo de cientos de comerciantes antofagastinos que tempranito en la mañana comienzan a implementar sus puestos de trabajo. Muebles de perfecto diseño y bajo precio, revistas de antigua data, herramientas nuevas y usadas, ventanas y piezas de baño, frutas y pan fresco, ceviche de pescado y mermeladas caseras de fragante aroma. Fierros con olor a soldadura entre automóviles que prueban sus motores en relantí, crean una atmósfera única de mil variedades distintas en este tradicional sector de Antofagasta.
Al medio día el gentío es inmenso, un mar humano recorre las calles en una colorida fiesta de regateos y colores brillantes al sol, el griterío de los feriantes anunciando sus ofertas, se pierde en el bullicio de la gente que recorre una y otra vez las mismas calles en busca del menor precio.
La música sound en los puestos de disco y casettes inunda la soleada mañana con su música alegre y ritmo contagiante. Esto es una fiesta, una fiesta sencilla y humilde de gente trabajadora. Aquí no hay música orquestada ni ambiente c1imatizado como en las galerías de compras cuicas, con pisos imitación mármol. No, aquí el piso es de tierra, la música es de Ráfaga y el olor a empanadas de horno domingueras, frescas y calientitas hace sonar la guatita con las ganas de saborearlas allí mismo en compañía de la familia que hace de esta mañana, un domingo de fiesta.
De alguna manera mágica puede ser que este mercado nuestro, austero, sencillo y servicial, donde todas las mercancías y cachivaches encuentran su precio justo, lentamente se haya convertido en el lugar de encuentro ciudadano donde solo por algunas horas matutinas y matuteras las ideas se encuentran, los candidatos políticos conocen al pueblo, los servicios públicos del estado llegan a la gente, y los burócratas de la macroeconomía regatean un minuto de atención, en la esencia pura del comercio callejero.
Aquí todos los esfuerzos se unen, soñados y trabajados, del alba al atardecer, en una larga y cansadora jornada proleta que acompañada de ruidos estridentes, bocinazos de largo aliento y motores cansados de autos por vender, conforman una diáfana sinfonía popular auténtica y sacrificada de gente que con su trabajo se ha ganado su lugar en Antofagasta.
Foto: fg!
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