“El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez” (2ª parte )

13 Diciembre 2008
Esta es la única esperanza, el único remedio. No hay otro. El hombre debe experimentar una renovación interior completa para no morir dos veces. Por Nelson Zenteno
Nelson Zenteno >
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En la primera parte dejamos claro que este nuevo nacimiento es más que una reforma. Muchas personas hacen resoluciones de año Nuevo, con abrazo, champaña y risas; sólo para quebrantarlas de nuevo, pues no tienen capacidad para guardarlas. El hombre está siempre reformándose, pero la reforma, a lo sumo, es sólo transitoria. La naturaleza del hombre debe ser transformada.
Un grupo de estilistas en belleza y corte de pelo, en su convención anual, decidieron exhibir su arte. Hallaron un vagabundo en los barrios bajos, le cortaron el cabello, lo afeitaron y le dieron un baño; lo vistieron con un traje nuevo de la mejor confección. Habían demostrado a satisfacción el valor de la excelencia en corte de pelo y belleza personal, pero tres días después, el hombre estaba de nuevo en el lecho del río. Había sido transformado exteriormente en un hombre de aspecto respetable, pero los impulsos y urgencias de su ser íntimo no habían cambiado. Había sido empolvado, perfumado y hermoseado, pero no cambiado.
¿Sabía Usted que se puede cepillar a un cerdo, rociarlo con agua de colonia, ponerle un moño en el pescuezo y hasta llevarlo a la sala? Pero en cuanto lo suelten, saltará al primer charco que encuentre, porque su naturaleza no ha cambiado. Sigue siendo un cerdo como antes.
La Biblia enseña que mediante el nuevo nacimiento el hombre entra en un nuevo mundo. La vida adquiere una nueva dimensión. El cambio que se opera se expresa en la Biblia por medio de varios contrastes: lujuria v/s santidad, tinieblas v/s luz, muerte v/s resurrección, un extranjero en el reino de Dios v/s un ciudadano del mismo. Al hombre que ha experimentado el nuevo nacimiento se le llama miembro de la familia de Dios. La Biblia enseña que cambia su voluntad, cambian sus propósitos en la vida, cambia su disposición, cambia sus afectos y ahora tiene propósito y sentido para su vida. En el nuevo nacimiento ha nacido en su alma una vida nueva. Recibe una nueva naturaleza y un nuevo corazón y se convierte en una nueva criatura.
Nicodemo se extrañó ante estas declaraciones de Cristo y preguntó: “¿Puedo entrar otra vez en el vientre de mi madre y nacer?” Una pregunta natural que cualquiera de nosotros hubiera hecho. Sus creencias habían sido sacudidas. Estaba descubriendo que no era suficiente ser religioso. La ley de Moisés no podía salvarlo, porque realmente no estaba cumpliendo sus requisitos. Tenía que nacer de nuevo. Se le dijo que nadie puede entrar en el Reino de los cielos sin nacer de nuevo, sin tener vida eterna, pues allí no puede existir sino la “vida de Dios”. Será admitido el que tenga esa vida. La gran pregunta es: ¿Poseo la vida eterna? Si no, ¿Cómo puedo obtenerla? Esta es la pregunta más importante que un ser humano puede hacer o lograr que se le responda.
La Biblia habla de muchos hombres que fueron transformados por el encuentro con Jesucristo. Hay un endemoniado al cual las cadenas no podían sujetar contra la fuerza de sus ataques, pero cuando encontró a Jesús fue transformado y más tarde lo encontramos en su hogar, “vestido y en su sano juicio”. Ya no era presa de alucinaciones. Ya no estaba en las garras del poder satánico. Ya no tenía los temores que lo habían acosado constantemente. Ya no era una amenaza para la comunidad. Era un hombre transformado en su carácter, vestimenta y conducta; hasta su medio ambiente había cambiado (Lucas 8 ).
Está Zaqueo, que defraudaba a la gente como recaudador de impuestos. Cuando se encontró con Jesús, todo cambió. Procedió a hacer restitución. “La mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8 ).
La mayoría de estos encuentros con Cristo dieron por resultado una transformación instantánea. En Pentecostés fueron tres mil los que nacieron de nuevo ese mismo día. A la mañana estaban perdidos, confusos y eran pecadores. Antes de que el día terminara, habían nacido al Reino de Dios.(Hechos 2:41).
Un joven llamado Saulo iba camino de Damasco en persecución de los cristianos, cuando tuvo un encuentro con Cristo bajo el ardiente sol de Siria. No habría de ser jamás el mismo. Una y otra vez se refirió después a aquel encuentro. Podía mirar al pasado y hablar de él años más tarde, recordando el día y el instante mismo en que se encontró con Cristo (Hechos 9).
El carcelero de Filipos tuvo una experiencia similar. Estando presa del miedo, exclamó: “¿qué debo hacer para ser salvo?” Y el apóstol le dijo: “Cree en el señor Jesucristo y serás salvo”. Muchos psiquiatras modernos dirían que no estaba emocionalmente en condiciones de adoptar una decisión permanente. Pablo no lo vio de esa manera y bautizó al carcelero esa misma noche. Y éste entonces lavó sus heridas como señal de la nueva vida que había recibido de Dios (Hechos 16).
Toda persona que esté dispuesta a confiar en Jesucristo como su salvador personal, puede recibir ahora el nuevo nacimiento. No es algo que se haya de recibir en el momento de morir, o menos después de la muerte; se ha de recibir ahora. “He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2) Dios ofrece vida eterna a todo el que quiera recibirla.
El hombre del siglo 21 hace la misma pregunta que siempre ha hecho el hombre. Es antigua, pero siempre nueva. Es tan pertinente hoy como en el pasado.
¿Qué es precisamente lo que uno tiene que hacer para reconciliarse con Dios? ¿Qué quiere decir la Biblia cuando emplea palabras tales como conversión, arrepentimiento y fe? Estas son todas palabras de salvación, pero muy poco entendidas.
Jesús lo hizo todo muy simple y nosotros lo hemos complicado. El hablaba a las gentes con sentencias breves y palabras de uso común, ilustrando sus mensajes con historias inolvidables. Presentaba el mensaje de Dios con tal sencillez que muchos no podían entender lo que decía. “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:30-31) , esto es tan sencillo que millones tropiezan en ello. La sola y única decisión mediante la cual puedes convertirte es que decidas creer en el Señor Jesucristo como tu Señor y Salvador personal.
Muy importante: No tienes primero que enderezar tu vida. No tienes primero que enderezar las cosas en tu hogar. No tienes primero que enderezar las cosas en tu negocio. No tienes que tratar de abandonar primero algún hábito que te mantiene apartado de Dios. Todo eso lo has intentado y has fracasado muchas veces. Hay un hermoso himno titulado “Tal como soy”, y tú debes acudir a Cristo tal como eres. El ciego acudió como estaba. El leproso acudió como estaba. María Magdalena, con siete demonios, acudió como estaba. Tú puedes acudir a Cristo tal como eres.
Podría mencionar innumerables casos de hombres y mujeres que han tenido un encuentro con Jesucristo y se han convertido en nuevas criaturas. Toda su vida se ha transformado. Han entrado en una nueva dimensión de vida. Han nacido desde lo alto. Les ha sido impartida la naturaleza de Dios. Mientras antes estaban llenos de codicia, ambición y egoísmo, ahora tratan de glorificar a Dios ayudando a sus semejantes.
Sí, el hombre puede reconquistar el paraíso. Lo perdió en el jardín del Edén, pero puede volver a hallarlo por Jesucristo. Si hubiera suficientes hombres y mujeres en posición de esta vida nueva, ¡ Ella podría cambiar el mundo en que vivimos !
Esta es la única esperanza, el único remedio. No hay otro. El hombre debe experimentar una renovación interior completa para no morir dos veces.
Nacer dos veces está claro: Una vez cuando celebras tu cumpleaños y otra vez cuando aceptas a Jesucristo como Señor y Salvador de tu vida.
Morir dos veces también: Una cuando expiramos, nos meten en un cajón y nos llevan con la punta de los zapatos apuntando al cielo y la otra es la muerte segunda que Dios nos previene en el libro de Apocalipsis 2:11, 20:6, 20:14, 21:8 (condenación eterna).
Recuerda siempre que Dios te ama, y no quiere que nadie se pierda, es por eso que te previene: “El que nace una vez morirá dos veces, pero el que nace dos veces…morirá una sola vez”
Foto: monono
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