Atracción Fatal: Cómo reconocer a un Hombre Obsesivo

Atracción Fatal: Cómo reconocer a un Hombre Obsesivo

28 Marzo 2009
Un mensaje de texto al otro día, después de haber estado juntos = está pensando en ti. Pero 11 llamadas perdidas en tu celular = sal corriendo, te encuentras frente a un obsesivo. Por Pamela López
Pamela López >
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Una llamada telefónica de vez en cuando = lindo.
Un mensaje de texto al otro día, después de haber estado juntos = está pensando en ti.
Pero 11 llamadas perdidas en tu celular = sal corriendo, te encuentras frente a un obsesivo.
Los obsesivos llegan a mi vida tan fácilmente como los infieles, los desgraciados, los egoístas, los ególatras y los impotentes. Sin embargo, de todas las categorías anteriores (salvo los impotentes) es de los que más me cuido.
No sé porqué, pero es como si tuviera un letrero que dijera: “¡Hey! ¿Eres obsesivo? Invítame a salir”. Al principio son difíciles de reconocer e, incluso, una se siente levemente atraída hacia ellos por que claro, de todas las categorías del sexo masculino suelen ser los más preocupados. Te llaman, les importa lo qué hiciste, dónde fuiste, con quiénes y a qué hora llegaste. Pareciera ser el romance mismo. Pero a medida que pasa el tiempo te vas dando cuenta que es muy posible que cuando llegues a tu casa, ese conejo esté hirviendo en la olla.
Es verdad que yo también soy así. De hecho, debo reconocer que he amanecido a las 6 de la mañana en un auto afuera de la casa de un pololo para ver si llega con alguien o no. Todos alguna vez hemos hecho alguna locura digna de un thriller malo que podrían dar en La Red, pero a medida que pasa el tiempo, me he dado cuenta que como dice la canción: “no es amor… lo que tú sientes… se llama obsesión”.
¿Cómo saber si tu pareja es uno de estos especímenes? Seguramente, habrá un test en alguna revista tipo Cosmopolitan que resuelve nuestras dudas, pero ahora he considerado interesante hacer mi propia lista de clasificación.
1. Un hombre obsesivo es ése que te llama. Por naturaleza, los hombres son reacios a las conversaciones telefónicas. Incluso muchas veces me he encontrado reprochando a algún pololo por la incapacidad de marcar mi número o incluso haciendo esas pruebas estúpidas de “a ver, si no lo llamo ¿Cuánto tiempo puede pasar hasta que el me llame?”. Es por esos que esos hombres que llaman hasta por si acaso son en un principio el príncipe azul. Creemos que no pueden dejar de pensar en una, pero en verdad, es una manía insegura de ellos el pensar que siempre podrías estar con otros. En el fondo, no te llaman por ti, te llaman por ellos mismos, para quedarse tranquilos. Eso sí… no llamar nunca no deja de ser razón para alegar.
2. Es celoso por naturaleza. Aclaremos este punto: los celos son normales. Incluso pueden ser necesarios para una relación. Pero nadie tiene el derecho a decidir que tan larga tiene que ser tu falda o a seleccionar a tus amigos por ti. Yo soy celosa, lo reconozco, pero también estoy consciente que una debe saber administrar ese sexto sentido femenino en torno a los celos. El problema está en que los hombres no lo tienen tan desarrollado, entonces como no confían en ellos (por que ellos se meterían con cualquiera que les dé la posibilidad) tampoco confían en ti. Finalmente ese Otelo que vive dentro de ellos termina con las locuras más irracionales.
3. Los regalos. Lo normal es recibir regalos de vez en cuando… no me refiero sólo para el aniversario o el cumpleaños sino que un detalle de vez en cuando está bien. Ahora, si los regalos son una constante e, incluso, él es más detallista que tú: estás frente a un obsesivo. Aprovéchate de él mientras puedas -en el buen sentido, claro- pero aprende a tener al margen los pequeños detalles que hacen la gran diferencia.
4. Un obsesivo no es sólo obsesivo contigo, sino que también con otras cosas. Independiente de los hombres o las mujeres, existen estas pequeñas obsesiones que van desde la limpieza hasta la comida, pasando incluso por el ámbito sexual: "¿Te gustó?", "¿Lo hago bien?", "¿Mejor que el resto?"... Claramente, un obsesivo declarado.
Debo aclarar aquí que en términos de obsesiones, he sido tanto víctima como victimaria. Pero, como me dijo sabiamente mi psicóloga una vez: "todos pensamos en hacer cosas... locuras. Eso es normal. El problema es que una cosa es pensarlas y otra muy distinta es hacerlas." Fue entonces cuando comprendí que el andar de espía por la cuidad no me llevaría a ninguna parte y que no es sexy andar apuntando a las personas con elementos corto punzantes o reventando ruedas de autos.
Es por eso que con esos hombres obsesivos no me gusta tratar y en cuanto a mis propias obsesiones traté de meter todos los recuerdos en una caja de zapatos que apile en el clóset. En cuanto a las llamadas perdidas… son lindas, pero hoy he decidido no tener más el corazón de abuelita y dejar de contestar mi celular.
Foto: elenac
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