Producto de la bullada crisis económica mundial, el desempleo y la carencia son quizás las representaciones más tangibles, tristes e impactantes para la sociedad generalizada y se producen debido a la aplicación de una formula bastante vieja pero al mismo tiempo, muy efectiva utilizada por los grandes conglomerados empresariales, como es la desvinculación de trabajadores, aduciendo muchas veces que de no adoptar dichas medidas, el impacto sería mucho más nefasto para la economía, la industria y el país.
Este tipo de contingencias mundiales denominadas “Crisis”, se dan más a menudo de lo que pensamos y según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en el mundo ha habido un creciente número de crisis financieras y el fenómeno de la globalización ha incrementado la frecuencia de estas, pero no necesariamente pronostica su real magnitud o gravedad, sin embargo y, con la ayuda de influyentes medios de comunicación, dichos avatares de la economía mundial, son aprovechadas al unísono por las grandes empresas para ajustar sueldos y contratos, además de despojar a miles de trabajadores de su empleo.
A los grandes empresarios, esta medida les permite en primera instancia, reducir los gastos operacionales, además de otros costos estructurales y con ello, aumentar o sostener el margen acostumbrado de utilidades. Esta disposición de ajuste, generalmente proviene de lineamientos superiores de las respectivas organizaciones de empresarios, como la CPC, Consejo Minero, SONAMI y otras asociaciones industriales y que persiguen el simple fin de lograr un mayor poder negociador, principalmente con el Estado, debido a que recae precisamente en el gobierno, la primera responsabilidad de generar mecanismos de amortización del caos, la especulación desmedida y el inminente aumento de la temida cesantía y sus efectos.
Luego de aplicar dicha medida de recorte industrial, el gran empresario y organizaciones afines, quedan en una posición tal que les permite llegar a rápidos y ventajosos acuerdos con el ejecutivo y también con el poder legislativo, en orden a flexibilizar aún más la ya precaria condición laboral existente, además de conseguir otros favores como son; nuevas exenciones tributarias y autorizaciones de entidades medios ambientales dependientes del propio gobierno para avanzar en sus proyectos de expansión. No sin antes conseguir una serie de subvenciones por la contratación de mano de obra joven, entre otras facilidades que el Estado simplemente cede.
El comentado y cíclico mecanismo empresarial, no sólo consigue un buen sitial negociador, sino también, el control de otras circunstancias referidas a la relación capital-empleo y son por una parte; mantener a raya el bajo porcentaje de sindicalización en el país y en la región de apenas alcanza al 12% y por otra, vuelve a regular el promedio de sueldos en todos los niveles industriales, licitando y recortando los contratos, principalmente de las empresas de servicio que son las que concentran el mayor porcentaje de trabajadores y, son también, los imposibilitados de negociar colectivamente a través de sindicatos, debido a su condición de dispersión en pequeños grupos de trabajadores.
Analizada la situación de aparente crisis, podemos discernir claramente que en el modelo neoliberal imperante, existe un claro dominador de las circunstancias relativas a la economía y desarrollo nacional y, este es; “el oportunismo empresarial.”