Ya en tiempos de Platón y Sócrates se discutía, en el buen sentido de la palabra, acerca de este conocimiento y el razonamiento de ambos sabios al respecto fue que, antes de nacer ya tuvimos el conocimiento de la Igualdad como asimismo, la belleza, la bondad, la justicia, la santidad… Hemos olvidado, cada día, mientras vivimos, lo que grabado una vez estuvo.
El saber no es más que conservar la ciencia adquirida, y olvidar, perderla”
Si no hacemos distinción de géneros, nos miramos de igual a iguales y con ese pensamiento estamos poniendo el sello de la existencia de que cada uno nace, crece, y muere físicamente sin distinciones, lo que me lleva a pensar que la Igualdad entre los seres humanos es posible gracias a la armonía que debe existir entre las personas de corazón puro y de sana intención, sin razonamientos de desconfianza que solo nacen del miedo, la incertidumbre y la ignorancia.
Así como la nieve recibe al sol hasta disolverse, así deben disolverse las diferencias entre los hombres para alcanzar un punto medio en que el sentido común y el corazón actúen al servicio del amor y la tolerancia, el respeto y la unidad, algo que llamo igualdad.
El siglo XXI plantea algunos desafíos que nos conduce hacia un nuevo equilibrio para redefinir rol hombre/mujer con un sentimiento de libertad y responsabilidad. El retorno a los valores, los padres jóvenes pasan más tiempo con sus hijos, desaparecen los prejuicios lo que conlleva un disfrute entre ambos sexos. Según los últimos estudios, más del 50% de la población activa en occidente trabaja el doble, al límite. La tarea o el desafío es que mujer y hombre, juntos, busquen una nueva identidad masculina, algo que antes no existía.