Rescate de los mineros: "Estoy esperando la verdadera Epopeya"

21 Octubre 2010
Sería una gran revolución si oyéramos de palabras del Presidente que en Chile no morirán más personas en su lugar de trabajo.
Gonzalo Cifuentes >
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Por Gonzalo Cifuentes 

El (des)entierro de los 33 mineros ha dado y dará muchísimo para escribir, filmar y comentar. Ha sido sin duda un episodio planetario, global. Se abren muchísimos oportunidades de acción y reflexión a partir de lo vivido, tanto para los protagonistas (33 mineros, sus familias, los rescatistas, los dueños de la mina, etc) como para los espectadores.

Los 33

Parece ser un buen número. Por lo grande cuando se trata de contar personas. Por fortuna, el número de mineros atrapados fue mayor a 3 o 4. En realidad, 33 es un número cualquiera. Pero cuando pueden existir 33 muertos juntos es un número grande, como también pudo haber sido el 26 o el 45, también grandes números.

En promedio, al año mueren en Chile, en sus faenas, más que 33 mineros, con la poca fortuna que mueren de a unidades, no de a decenas. Un día antes o después del rescate de los 33 mineros murió en Chile uno cuyo nombre no recuerdo, ni recuerdo el lugar ni la circunstancia, pero fue un accidente en una mina. Ese es el mínimo impacto que tiene el morir de a uno. Y no sólo le pasa a los mineros, también a los pescadores, a los de pie que son atropellados, les pasó a 4 pasajeros de un bus en Los Angeles. Las tragedias unitarias (o de poco monto) ya no nos impactan.

 

El trabajo bien hecho

Sin duda que el rescate fue un éxito. Sin peros. Un exitazo. Varias razones existen para que haya éxito. Primero es la existencia de un sueño, un gran sueño: “rescatar con vida a los mineros”, hacerlo todo. Primero lo dijeron las familias y luego fue tomado por el presidente Piñera, sin ripio, simplecito. Un sueño compartido, aunque pareciera imposible (mientras más imposible, más se parece a un sueño).

Este sueño convocó a Chile y al mundo. Todos quisimos creer que sí era posible. El sueño se convirtió en obsesión y todos los recursos estuvieron disponibles. Todos los recursos. El trabajo de mucha gente, cada uno en lo suyo y bien dirigido fue también un factor de éxito. Todos movidos por el mismo sueño. Un sueño que fue bien comunicado y majaderamente comunicado. Si a cada uno de las 3 mil personas que llegaron a estar en torno a las labores de la mina San José se les hubiese preguntado por separado qué es lo que se hacía ahí, la respuesta era una sola: “rescatar con vida a los 33 mineros”. Muchos líderes para coordinar e informar ¿quién se atreve a decir que tal o cual fue el verdadero líder de este magnífica tarea? Estas grandes empresas están llenas de líderes. Es más, cada actor de este proceso de seguro tiene la legítima pretensión de sentirse líder. En resumen, un trabajo bien hecho requiere: Un sueño aglutinador, que el sueño sea abrazado por los que tienen autoridad, que el sueño sea simple de explicar y entender, que este sueño sea majaderamente comunicado (a todos, sin exclusión, y que todos quienes participen sean capaces de repetirlo), y recursos necesarios y suficientes (que la falta de recursos no se convierta en excusa para no cumplir el sueño).

Lo Trascendente

Si bien lo destacado de todo esto ha sido lo magnífico del rescate, será muy triste que este rescate sea convertido en epopeya. Esto lo digo pues el rescate sólo ha dejado todo igual a antes del rescate: 33 mineros con vida. Sólo se evitó que algo muy malo sucediera. La epopeya debiese ser los cambios profundos que desde este hito se empiezan a suceder.

Es ahora en donde vienen las acciones verdaderamente grandes y públicas, con personajes heroicos, ahora viene lo sobrenatural y maravilloso (re-fraseando la definición de “epopeya”). Si queremos ser de verdad, entonces escribamos en una línea nuestro sueño a partir de esta estupenda experiencia: “ningún minero más muerto en faenas. Ninguno. Cero”. ¿imposible?. Si pues, de eso se trata. Imponerse lo que hoy parece imposible.

No se les vaya a ocurrir escribir un sueño como “mejores condiciones laborales para los mineros de Chile”. Eso da nausea. No se entiende. Diez personas distintas tienen 10 interpretaciones distintas. NO SIRVE. Me gusta “cero minero muerto en faena. ¡¡CERO!!). Me gustaría escuchar a Piñera declarar “desde hoy Chile no tendrá a ningún minero muerto en faenas mineras”. O mejor aún “ningún chileno ni chilena morirá ni se enfermará en su puesto de trabajo ni a causa de su trabajo”. Eso sí que sería lindo. Esa sí que sería una epopeya. Eso sí nos permitiría recordar el rescate de los 33 como el hito de algo trascendental. Pero el rescate sólo es sabroso por un ratito. Es poquita cosa para sentirse orgulloso(a). Es sólo el deber cumplido. Si pues, sólo se cumplió con desenterrar a los enterrados. Estuvo bien hecho sí, pero en rigor fue solo eso.

 

¿Y el terremoto?

Basta abrir los ojos en Talca, Curicó, Talcahuano, etc… para decir: “aquí no ha existido un trabajo bien hecho”.

En la comparación con el rescate de los 33 aparecen algunas luces de las razones que distinguen una pega bien hecha de una mal hecha. Veamos:

 

- Los mineros fueron hartos (33). Las víctimas del terremoto y maremoto fueron millones. En esta dimensión, claramente, no está la diferencia

- El sueño fue rescatar a los 33 mineros vivos. Creer que estaban con vida y actuar en consecuencia. Las familias de los mineros, bien habladas o con mal “hablamiento”, siempre hablaron con fuerza y convicción. Si hasta le exigieron al ministro Golborne que el también debía creer. Lo subieron al carro. Sin embargo, el sueño post terremoto NO EXISTE. Así no más. No EXISTE.

Párese frente a la plaza de Concepción y pregunte a 1000 transeúntes en qué está la reconstrucción y obtendrá 1500 respuestas distintas. Aquí hay una tremenda diferencia. Nadie ha articulado nada para tener un sueño común: ni las víctimas del terremoto, ni los familiares, ni las autoridades, nadie conversa, nadie se exige, nadie provoca. Parece que nadie tiene una idea común de lo que se debe hacer. Essbio haciendo creer que todos tenían agua cuando la mayoría no la tenía, algunas víctimas quejándose por más ayuda, autoridades contando mediaguas que no construyeron. Todos hablando y nadie escuchando.

- Sin sueño, no hay nada que comunicar que sea aglutinador. Cada uno comunica lo que quiere para auto convencerse. Así, a 8 meses del terremoto, la principal vía de la locomoción colectiva de Concepción está cerrada. O’higgins en Concepción no celebró el bicentenario, la calle que lleva su nombre está cortada. Todos los edificios por demoler siguen ahí, por demoler. Gran parte de los pequeños comerciantes sin poder recuperar su actividad. Sigue cerrado un puente sobre el río Bío Bío. Siguen los tacos insufribles en las mañanas (en las tardes y en las noches).

Sí pues. Aquí faltaron y faltan líderes que nos hagan soñar, a lo grande. Nos faltan familias mineras que nos convenzan que hay vida bajo 700 metros bajo tierra, sin comida, sin comunicación. Nos faltan autoridades de verdad. Nos faltan Golbornes que aunque al principio no creyó que había vida ahí donde le tuvieron que gritar que sí había, fue capaz de empatizar y empezó a creer.

Nos faltaron vecinos y familias que marcharan y se tomaran la ciudad, no para destruirla, sino para arengar con convicción que sí es posible reconstruir, hacer la ciudad que queremos. Para enfrentar a la autoridad que dice que es difícil, que no hay recursos, que es poco factible, para decirle que sí es posible, que se puede construir en menos tiempo, que se pueden hacer casas en vez de mediaguas, que se puede pavimentar más rápido (así como se hicieron los colegios en tiempo record). Faltaron muchas villas “Esperanza”. Faltaron curas en acción, no solo presentes para bendecir el puente nuevo, o la reparación de no sé qué, para cuando salga. Falta acción de las autoridades elegidas (alcaldes, concejales, diputados, senadores) y designadas (Intendente, gobernadores, seremis).

¿cuándo nos sentamos a conversar?, ¿quién invita?. Total soñar es gratis. Y si soñamos lo mismo, mejor aún.

Lo otro es seguir disfrutando de los estelares para ver alguna divertida o emocionante anécdota de los mineros, para relajarnos, mientras estamos incómodos en la mediagua o para olvidarnos del taco de mañana temprano, o para olvidarnos del edificio quebrado que aún sigue ahí, o para soportar mañana al jefe, o para olvidar por un rato las condiciones incómodas de nuestros puestos de trabajo, o para entretenernos no más. Cada uno elige.

 

Comentarios

Imagen de Ursula

Ojalá y veamos los cambios

Ojalá y veamos los cambios verdaderos, acá en Antofagasta muere mucha gente y parece que ello no importara, que no hay solución y menos el impacto que mueva al país.

Imagen de Mario

Excelente reflexion, creo

Excelente reflexion, creo qeu después del show, vale la pena reflexionar y no quedarnos en la anecdota, sino que en los cmabios profundos que se necesitan.