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Partamos por señalar que el partido no lo ganó Brasil. Lo perdió Chile. Los goles no fueron producto de genialidades de los visitantes ni de brillantes jugadas colectivas, si no de sendos errores defensivos. Y que conste que de no mediar la buena actuación de Bravo, podrían haber sido tres o cuatro más.

La selección hizo todo lo que estuvo humanamente a su alcance, para facilitarle lo más posible las cosas a Brasil. Una defensa que dio más facilidades que multitienda en liquidación, poco concentrada y aplicada, y adelante Suazo que se cansó de perder ocasiones de gol. Los mismos tiros que antes iban al arco, ahora fueron a dar a la barra. Además que el árbitro se "comió" un penal a Alexis Sánchez, más grande que el estadio...y más encima le mostró tarjeta amarilla por simular.

La expulsión de Valdivia se veía venir, porque acá en Sudamérica se arbitra con la lay de las compensaciones: si le expulso uno al otro, también te expulso uno a ti, para que vean que soy "imparcial" y que no estoy cargado para un solo lado. Los chilenos recibieron faltas tanto o más graves que la provocada por Valdivia.

El seleccionado chileno para seguir en carrera, debe volver a la aplicación y la concentración mostrada en anteriores partidos. Ni más ni menos que eso