Estimada Patricia, te cuento que el poblamiento de las salitreras del norte se produjo por la llegada de cientos de personas desde el sur del país, que venían justamente a buscar mejores condiciones de vida.
El trabajo y la vida en el desierto más árido del mundo es un sacrificio tremendo, y pese a ello, todos hicieron patria, no sólo llegaron a trabajar a un campamento -como sucede hoy con la gran minería del cobre- sino que formaron sus familias, desde la fundación de Pedro de Valdivia nacieron generaciones y generaciones de pampinos que, como dice la nota, hicieron raíces en una tierra que no les pertenecía.
La comparación con Chaitén tiene mucho asidero, ya que nadie -absolutamente nadie- de los ex habitantes de Pedro de Valdivia recibió subsidios ni del Estado ni de la empresa -salvo las indemnizaciones correspondientes- cuando tuvo que abandonar el pueblo, como sí ha sucedido en Chaitén y también en un caso más parecido, como el del cierre de Chuquicamata.
Puede que suene un poco duro decirlo, pero los chaiteninos reaccionaron como si su caso fuera único en Chile y algunos están dispuestos a sacrificar su vida por quedarse en un lugar que no es seguro... si al menos conocieran la experiencia de los pampino, podrían recapacitar.
Estimada Patricia, te cuento
Estimada Patricia, te cuento que el poblamiento de las salitreras del norte se produjo por la llegada de cientos de personas desde el sur del país, que venían justamente a buscar mejores condiciones de vida.
El trabajo y la vida en el desierto más árido del mundo es un sacrificio tremendo, y pese a ello, todos hicieron patria, no sólo llegaron a trabajar a un campamento -como sucede hoy con la gran minería del cobre- sino que formaron sus familias, desde la fundación de Pedro de Valdivia nacieron generaciones y generaciones de pampinos que, como dice la nota, hicieron raíces en una tierra que no les pertenecía.
La comparación con Chaitén tiene mucho asidero, ya que nadie -absolutamente nadie- de los ex habitantes de Pedro de Valdivia recibió subsidios ni del Estado ni de la empresa -salvo las indemnizaciones correspondientes- cuando tuvo que abandonar el pueblo, como sí ha sucedido en Chaitén y también en un caso más parecido, como el del cierre de Chuquicamata.
Puede que suene un poco duro decirlo, pero los chaiteninos reaccionaron como si su caso fuera único en Chile y algunos están dispuestos a sacrificar su vida por quedarse en un lugar que no es seguro... si al menos conocieran la experiencia de los pampino, podrían recapacitar.
Saludos!