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Los discos que no atreves a escuchar: Shingetsu - Shingetsu (1979)

23 Marzo 2011

En esta ocasión, les recomiendo humildemente este disco, para rescatar lo más bello del espíritu del Japón en estos días de dolor…

Iván Ávila >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano
Después de lo que pasó en la isla de Honshu en Japón, el pasado 11 de marzo, quise buscar un disco que pudiera homenajear humildemente a través de este espacio, a nuestros hermanos orientales que tan mal lo están pasando, pensando en melodías que sirvieran a la esperanza, la alegría y la calma.
 
Y dentro de mi discografía de discos que pocos se atreven a escuchar, encontré esta joyita de fines de los 70 que reúne en 8 temas de maravillosa factura, esos conceptos que hoy, especialmente, dedico a todos aquellos que de una u otra forma, fueron tocados por esta catástrofe, en especial, los hijos del sol naciente.
 
Shingetsu sacó dos discos, el primero, homónimo de 1979 y que es el que hoy les invito a conocer, y el segundo Kagaku No Yoru en 1985, buen álbum, pero no tanto como este primer intento de la banda.
 
Es 1979 y el grupo liderado por la impecable voz de Makoto Kitayama, reconocido como el Peter Gabriel japonés, se lanza en esta primera aventura en donde destacan los teclados volátiles de Akira Hanamoto, los envolventes solos de guitarra de Haruhiko Tsuda y la compleja base rítmica que entregan Shizuo Suzuki y Naoya Takahashi en bajo y batería respectivamente.
 
El sonido, invariablemente, recuerda la época gloriosa de Genesis, aquella que marcó pauta y leyenda entre 1971 y 1975. Bien, tomando esa influencia directa, sin dejar de lado por supuesto algunos toques de Yes, algo de progresivo italiano y francés, pero aderezando todo con el sabor delicado del Japón; con aquel sentido sutil, leve, algo pausado y mágico que el progresivo oriental suele poseer y que lo hace tan diferente de otras vertientes del mismo manantial. Con estos ingredientes, Shingetsu aborda este disco que deja un gusto dulce durante cada track, lleno de detalles exquisitos detalles, paisajes flotantes y pasajes de embriagador sinfonismo.

El disco comienza con Oni. Una sencilla intro en teclado y guitarra acústica abre paso a un tema lleno de pasajes sinfónicos y soberbias secciones instrumentales que dan la tónica de los elementos preponderantes en esta producción, todo aquello, impregnado por las embriagadoras texturas vocales de Kitayama. El barroco, retruécanos prog y constantes y nostálgicos pasajes sinfónicos hacen de esta pieza una pequeña y deliciosa suite que abre paso al siguiente track, la delicada The Other Side Of The Morning, una balada flotante liderada por sonidos acústicos y nuevamente, la voz de Kitayama, que depara un final en el mejor estilo de la época dorada de Yes.

Influential Street aparece como una breve, pero contundente pieza prog, antes del arribo de uno de los clásicos de Shingetsu, Afternoon After The Rain, una pieza sencilla que nos lleva a volar y recordar, sin carecer de poderosos pasajes sinfónicos. Fragments Of The Dawn es otra de las suites de este disco y una de las razones más preclaras por las cuales el prog japonés, a pesar de sobrar en influencias, tiene un sonido particular, con sus propios códigos y momentos extáticos.

Acercándonos al final de la placa, aparece la misteriosa Freeze, que abre paso a la ágil e intrincada Night Collector, quizás la mejor pieza del álbum, con una letra que nos lleva a aquellas imágenes y sueños desatados de la infancia; un festín lleno de magia y colores musicales.

El disco cierra con la volátil Return Of The Night, otra pieza que sorprende con un final épico y poderoso, que remarca la tónica con el que este grupo destacó y aún destaca por sobre la media del género en el país del sol naciente.

La idea de dejarles este comentario de regalo nace básicamente porque me parece un buen disco para tirar para arriba, para levantar el espíritu y pensar positivamente. Una pieza bella y majestuosa que nos muestra parte del alma japonesa, tan golpeada por estos días, pero que sorprende siempre con belleza y una enorme creatividad.

Así es que la dedicatoria ya está hecha: para todos/as los/as que fueron tocados de una u otra manera por el desastre del 11 de marzo, les dejo esta joyita musical, muy humildemente, para recordar lo mejor del espíritu japonés.

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