Opinión: "Apuntes ciudadanos sobre el Tratado Trans-Pacífico"

09 Junio 2015

En la actualidad Chile está negociando el T.T.P. (Tratado Transpacífico) que es un objetivo vital para el Pdte Obama y para EE UU, interesado en concretarlo antes de dejar la Casa Blanca y adjuntarlo al discurso final de su administración.

Andrés Gillmore... >
authenticated user

Como siempre sucede en estos casos podríamos apelar a la famosa “ley de Murphy”, que dice que lo que tiene que suceder, sucederá; bajo el alero de esa teoría de reconocimiento mundial podríamos decir que la actual crisis institucional es parte del proceso natural de crecimiento como país, de un camino que debemos transitar queramos o no, que a fin de cuentas podemos apelar a otra gran frase “lo que no mata, fortalece”.

En 1990 sustentamos el modelo económico neoliberal básicamente en las relaciones internacionales, iniciándose un proceso de reinserción internacional luego de casi dos décadas de ostracismo. Se abrieron las puertas del país y el gobierno de ese entonces de Patricio Aylwin nos dijo, “sálvese el que pueda, los que se salven serán los elegidos”. El mundo bajo esa perspectiva nos vio con mucha simpatía, fuimos aceptados y considerados como un país “moneda de oro” sobre todo para EE UU, porque éramos nos transformamos en grandes propulsores del Consenso de Washington en Latinoamérica y nos hicimos voceros del neoliberalismo, entendiendo supuestamente que era el único camino posible por medio de la libre regulación.

Bajo esa perspectiva fuimos los paladines de la globalización en América Latina y sustentamos que la economía era una ciencia exacta, cuando a decir verdad nunca lo fue y nunca lo será, porque responde a otras innumerables variables que en ningún caso son exactas y para ser consecuentes con el discurso, sin pudor reducimos las políticas públicas sin ninguna variable de ajuste social, olvidando la importancia de invertir en capital humano y en su potenciamiento, sin querer queriendo hicimos poco sustentable el modelo al desregularizar el mercado financiero y le quitamos la función fundamental al estado, que no es otro que cuidar los bienes comunes y lo privatizamos todo, olvidando los desafíos productivos y sociales que son inherentes a toda sociedad que busca la sustentabilidad y la proyección de futuro.

Desarrollamos para lograr ese fin diferentes tratados comerciales (TLC) bajo el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que fundamentaron una política exterior en un solo sentido en forma de importaciones, que en un principio entregó beneficios, pero al mismo tiempo generamos una bomba de tiempo ante un comercio internacional que vio en Chile la oportunidad de crear una plataforma para concretar sus intereses en Latinoamérica, a sabiendas que estabamos hipotecando lo más importante que puede tener un país, sus recursos naturales y humanos, todo por la ganancia rápida y sin fundamento y fuimos invadidos por las multinacionales que se apoderaron del país y sin mucho esfuerzo destruyeron la incipiente industria nacional y nos hizo dependientes del comercio internacional; de la noche a la mañana pasamos a ser un país prestadores de servicios, sin capital propio y como privatizamos el estado, no nos quedó otra que globalizarnos.

Globalización que nos ha hecho más mal que bien, porque a pesar que puede ser un contrasentido, limitó la forma comercial en cómo nos fundamentamos comercialmente hacia el resto del mundo, haciéndonos extremadamente dependientes, hipotecando nuestro capital de trabajo y como si esto fuese poco, no fuimos capaces de ponerle valor agregado a nuestros recursos naturales a instancias de una lideranza egoístas y sustentado ideológicamente por los gobiernos de turno de la concertación, que solo pensaron en el enriquecimiento de los intereses creados y que jamás tuvieron una visión PAÍS.

Ante toda la información que ha salido a la luz en el último tiempo, nos hemos dado cuenta que todo fue una gran maquinación orquestada por los grupos con poder económico y político, que asociados con los parlamentarios nos hicieron caer bajo el dominio de las grandes corporaciones mundiales. No hay que ser muy inteligente para entender que la globalización económica limito nuestro desarrollo y nos transformó en simples fornecedores de materias primarias para las grandes potencias mundiales.

En la actualidad Chile está negociando el T.T.P. (Tratado Transpacífico) que es un objetivo vital para el Pdte Obama y para EE UU, interesado en concretarlo antes de dejar la Casa Blanca y adjuntarlo al discurso final de su administración; tratado que incluye a países como México, Perú, Australia, Brunei, Canadá, Malasia, Japón, Nueva Zelanda, Singapur, Vietnam.

Basta con darle una leída rápida a los diferentes informes que circulan dando cuenta del tratado, para entender que el objetivo del gobierno americano no es otro que concretar una re-expansión en Asia para quitarle el liderato que actualmente tiene China en la región y fortalecerse de esa manera Geopolíticamente y no lo que propone el discurso del tratado, que lo explica como si se tratase de un nuevo acuerdo comercial.

Perú que está más adelantado en este tema, ya está teniendo serios problemas con las transnacionales mineras que operan en su territorio, que sustentados en el tratado no quieren hacer los estudios de impactos ambientales para iniciar las operaciones; la crisis se ha desencadenado de tal manera en el mundo rural por estos intereses creados sustentados en el tratado, que ha permitido la intervención despiadada de los recursos naturales del mundo indígena y sin ningún apego a las regulaciones medioambiental, que permite que las transnacionales sustentadas en el tratado inician faenas sin el respectivo estudio de impacto ambiental; el tema ha llegado a niveles tan complicados, que incluso ha costado la vida a algunos miembros de las comunidades, que se sienten tan desesperados por el uso de sus manantiales y que ante la perspectiva de quedarse sin el vital elemento, salen a las calles a reclamar y son apaleados por las fuerzas de gobierno.

En la actualidad los mismos intereses que han quedado expuestos con los casos SQM, PENTA que tanto daños nos han hecho como país, al intervenir el congreso y la forma de legislar de nuestros parlamentarios, están presionando fuertemente en la actualidad al gobierno para que Chile se haga parte del tratado y lo más rápidamente posible. Muchos senadores, diputados y personeros de gobierno están con ese objetivo y como todos sabemos la preocupación es grande, al tenerse claridad que una gran mayoría de nuestros parlamentarios están en el círculo de poder de estas grandes transnacionales y al servicio de los grandes intereses económicos mundiales que están atrás del tratado y lo quieren concretar a como de lugar.

Si no fuesen los escándalos y las presiones sociales que vive nuestra sociedad en la actualidad, dado el perfil de la Nueva Mayoría y sus componentes, el tratado sería un hecho a esta altura del 2015, como era el objetivo inicial que se había autoimpuesto el gobierno el año pasado y era el acuerdo tomado con EE UU.

Es necesario que la ciudadanía entienda a cabalidad los dimes y diretes de lo que propone el tratado, que tome conciencia que censurara los contenidos en internet; reducirá el acceso a medicamentos genéricos; aumentaría el costo de los remedios en forma sustancial y para siempre; reduciría la disponibilidad de libros, peliculas y musica en bibliotecas y escuelas; limitaría las compras por internet; y permitirá que las transnacionales mineras, pesqueras, energéticas y de toda índole, asienten aún más sus intereses y continúen manejando nuestros recursos naturales a voluntad.

El TTP desencadenaría una reconfiguración de todas las alianzas comerciales que tenemos vigentes en la actualidad con los países asiáticos (TLC) con consecuencias muy negativas, que responden exclusivamente a los intereses de EE UU y que de esa manera quieren hacer prevalecer sus intereses por sobre los nuestros, dejando de lado la lógica que presupone que toda negociación internacional debe analizarse teniendo en perspectiva los intereses domésticos, bajo un prisma de prioridades propias ante las amenazas que presupone el tratado para Chile; valorando los puntos específicos arriba mencionados, que en la actualidad son muy contradictorios para los intereses ciudadanos de Chile.

La gran duda y el gran miedo que muchos tenemos, es no saber cual es la verdadera posición del gobierno y de los parlamentarios ante el tratado y que como siempre la decisión se cocine entre gallos y medianoche. Todos sabemos que la mayoría de nuestros parlamentarios están cautivos de los intereses creados de las grandes corporaciones internacionales (senador Orpis es un gran ejemplo con CORPESCA y la ley de Pesca), que de aprobarse el tratado serán beneficiados estos intereses en detrimento del patrimonio nacional, del país y de la ciudadanía, que a fin de cuentas es lo que importa y lo que debe prevalecer ante la decisión. Hoy no están las confianzas necesarias y dadas, para creer que la decisión final será tomada con conciencia PAÍS.