Opinión: "La soberanía ambiental es vital para el desarrollo regional"

Opinión: "La soberanía ambiental es vital para el desarrollo regional"

08 Abril 2016

Existe consenso incluso en Chile, que el medio ambiente está incontrolablemente presionado por las exigencias del desarrollo económico.

Andrés Gillmore... >
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Recuerdo como hace unos pocos años atrás, nos dijeron los políticos que el 2020 seriamos un país desarrollado. A esta altura esta más que claro que eso no será así. Que tuvimos la posibilidad fue cierto es innegable, pero no supimos hacer las cosas bien, proyectando estrategias cuando lo tuvimos todo para conseguir el objetivo, a través del ciclo favorable del precio del cobre y nos quedamos con él podría ser. Algo así como el palo de Pinilla en el pasado mundial de fútbol contra Brasil. La razón de porque no lo logramos, bajo mi perspectiva, simplemente porque no tenemos Estado y por ende no contamos con una política de Estado que guíe estratégicamente nuestro derrotero hacia el desarrollo. Nos administramos con las anteojeras que significan gobiernos de cuatro años, electos con mayoría y que terminan gobernando con minoría y con un formato presidencialista, que a esta altura de la globalización resulta fuera de contexto y falto de proyección.

Que en el pasado hayamos tenido un crecimiento económico sostenido y que por momentos alcanzamos tasas de crecimiento de alrededor del 7% a esta altura es historia. Que el ingreso per cápita haya subido y que el PIB este calculado en 23 mil dolares en la práctica es literatura y nada nos dice sobre la verdadera realidad de nuestra sociedad. Sobre todo si consideramos que todo fue posible gracias a una fuerte concentración del ingreso, que hizo que el 20% más pobre recibiese apenas el 6% del ingreso nacional y un fuerte endeudamiento de la clase media; que a su vez generó una formidable riqueza en el 1 % de la población. Poniendo de manifiesto una vez más, que todo fue una raya en el agua y confundimos crecimiento con desarrollo.

La crisis de los commodities que vive el mercado mundial, ante la recesión de las grandes potencias en sus procesos productivos, dejó en evidencia una vez más, que a pesar que los números macroeconómicos fueron buenos durante un tiempo, cuando el desarrollo se sustenta exclusivamente en la extracción de los recursos naturales y permitir que empresas extranjeras operaran desreguladas, todo lo que se planifique con esa base de sustentación carece de fundamento real y sólo propicia la iniquidad. En la actualidad el gran desafío es ver si somos capaces de producir el cambio que necesitamos y en un plazo relativamente mediano, logramos industrializarnos y entregarle valor agregado a nuestros recursos naturales.

Tenemos claro que la minería del cobre continuará por un buen tiempo siendo el pilar del desarrollo nacional y debemos tener la capacidad de hacer que la actividad sea sustentable en todo sentido. Si hacemos las cosas bien, con el tiempo la actividad minera tendrá menos relevancia y rubros como la agroindustria, turismo y la tecnología, deberían abrirse paso para complementar el camino al desarrollo. El tema pasa fundamentalmente en cómo planificamos adecuadamente para lograrlo y qué protocolos de trabajo usaremos para el objetivo; entendiendo que el manejo medioambiental no es como las matemáticas, donde el orden no altera el producto.

Existe consenso incluso en Chile, que el medio ambiente está incontrolablemente presionado por las exigencias del desarrollo económico. Vivimos a diario ante un consumismo exacerbado, estimulado por un modelo económico que perdió los fundamentos éticos y morales, que hacen que debamos planificar políticas de desarrollo implementando reglamentos, formas y protocolos, que renueven la visión ambiental con que operan las empresas y cómo los gobiernos fiscalizan en terreno la operaciones de esas mismas empresas y ambos en conjunto con las comunidades puedan trabajar en armonía.

Los esfuerzos para lograr el bienestar económico realizados en los últimos veinte años, desde hace tiempo han comprometido la capacidad de gestión, renovación y preservación de los recursos naturales, que entre otras cosas no son renovables y que en la actualidad están dañados por una formato de producción, que no ha tenido la capacidad de desarrollarse con visión de futuro y han sido muy mal administrados; lo que ha significado que tengamos acumulados un pasivo ambiental, que con el tiempo terminará destruyendo la capacidad de desarrollo, si no tenemos la proyección de complementar políticas estratégicas sustentables.

En muchas regiones las emisiones y las concentraciones de material particulado, han estado superando con creces las recomendaciones internacionales y se han transformado en un serio riesgo para la salud en muchas comunidades . Los altos índices de contaminación hídrica con que numerosas empresas están operando en la actualidad y sin contar con un adecuado tratamiento de residuos líquidos, ha estado afectando considerablemente los cursos de los ríos y lagos del sur austral y de casi todo el borde costero nacional, produciendo índices de contaminación que debemos bajar. Si a esto le sumamos leyes que no ayudan en nada para ello, como la de pesca y glaciares, veremos que estamos en un laberinto de procedimientos que debemos dilucidar si queremos prosperidad.

La erosión y la degradación de los suelos ante la complejidad de la crisis ambiental que vivimos en la actualidad, esta siendo producida por el uso de técnicas insostenibles en el tiempo y por un pésimo manejo de residuos, que con el tiempo han ido aminorando la proyección de sustentabilidad que deberíamos tener a nivel regional.

Las serias amenazas hacia bosque nativo por la sobre explotación y la carencia de medidas para su protección, han producido que extensas áreas que deberían ser para uso agrícola esten en manos de las forestales, deteriorando en forma permanente el suelo y el subsuelo y haciéndolos perder la sustentabilidad de su diversidad biológica, que en muchos de los territorios intervenidos, ha posibilitado la pérdida del recurso hidrobiológico ante la sobreexplotación de las especies nativas, agotando de manera irreversible la biomasa por el uso inadecuado de sustancias químicas y la no existencia de medidas integrales que prevengan la contaminación, elevando el riesgo para la salud humana y que con el tiempo puedan presentarse en forma aún más catastrófica que en la actualidad.

El desarrollo sustentable debe tener como objetivo primordial integrar metas sociales a sus procesos, económicos y ambientales como un todo y con un solo objetivo, si queremos un desarrollo con proyección de futuro. De ser realizado, estaríamos produciendo procesos sustentables, enmarcados con proyectos equitativos y con respeto ambiental, que como todos sabemos tienen como factor limitante, la falta de una política ambiental justa y por sobre todas las cosas soberana.

Bajo este contexto es fundamental que los procesos de desarrollo, tengan la capacidad de producir procedimientos ambientales que estén en armonía con las políticas sociales y económicas, entendiéndose que no es nada casual, que los sectores más desfavorecidos de la población, son los que al final sufren las peores condiciones de vida y los más agredidos por la contaminación ambiental y las externalidades negativas del supuesto desarrollo.

Por Andrés Gillmore Evers