Hoy romperé los esquemas y no escribiré la nota principal sólo como periodista, sino que como Hincha de la selección chilena. No voy a relatarles el encuentro, porque estoy segura que todos lo vimos, que todos teníamos atorado el gol en la garganta y que nunca dejamos de tener fe en aquellos guerreros chilenos.

Admito que cuando Sánchez, aquel tocopillano que nunca ha olvidado sus orígenes, anotó el gol que nos dio el triunfo, lloré (si cual Solabarrieta) …y ahí entendí porqué mi mamá se emociona  al recordar el tercer lugar en el mundial del 62. Es que es una emoción que no se explica, que desborda y que contagia. 

Sentimiento compartidos por todos en la perla del norte  y que no demoró en trasladarse hasta las calles de Antofagasta, donde al son de la canción nacional, cientos de “chilenos de corazón” celebraron la alegría de ser ¡Campeones de América! y también de haberles dado una gran lección a nuestros rivales argentinos.

Hoy las palabras sobran…hoy sólo hay que celebrar. ¡¡VIVA CHILE, VIVA LA ROJA!!

Foto gentileza Angélica Portillo