Opinión: La inmigración, una oportunidad más que un problema

06 Diciembre 2016
Resulta preocupante el discurso que han buscado instalar algunos parlamentarios de oposición e incluso algunos precandidatos presidenciales como los senadores Ossandón, Guillier y el ex Presidente Sebastián Piñera entorno a sindicar a los inmigrantes como causantes de los problemas de convivencia.
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Por Daniel Ibáñez, Presidente de la Fundación Participa

“Y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero”. Así terminaba la letra de una popular canción del músico chileno Chito Faro el año 1942, frase que es constantemente recordada para resaltar la cordialidad de nuestro pueblo frente a los extranjeros e inmigrantes.

Sin embargo, esa cordialidad frente al amigo foráneo estaría cambiando producto de la importante migración que comenzó en la década de los 90, ya que nuestro país se ha convertido en uno de los principales destinos en América Latina para aquellos que buscan nuevos horizontes, esto producto fundamentalmente al crecimiento económico y la estabilidad política del país.

Si bien este proceso migratorio ha ido en aumento, hay que poner las cosas en su lugar, pues tampoco estamos frente a una crisis de ingresos masivos. Muy lejos de eso, Chile es aún un país con una baja tasa migratoria, ya que según la Encuesta de Caracterización Económica y Social (CASEN), los inmigrantes en nuestro país suman 465 mil y representan apenas un 2,7% de la población en Chile, muy lejos del promedio de los países de la OCDE, que llegan al 12,7% de su población.

Por ello resulta preocupante el discurso que han buscado instalar algunos parlamentarios de oposición e, incluso, algunos precandidatos presidenciales como los senadores Ossandón, Guillier y el ex Presidente Sebastián Piñera, entorno a sindicar a los inmigrantes como causantes de los problemas de convivencia con nacionales, de colapsar los servicios de salud o de la delincuencia, entre otros males, buscando con ello algún grado de rédito político, lo cual resulta ser una postura populista y racista que debe ser erradica.

Lo que la sociedad esperaría es que nuestros parlamentarios, el Gobierno y particularmente quienes aspiran a llegar al sillón presidencial, dejen a un lado los estereotipos, los estigmas y mitos y actúen de manera serena y responsable frente a los desafíos y oportunidades que nos presenta la migración.

En primer término, se hace urgente y necesario avanzar en modernizar la legislación migratoria que data de 1975, y que fue dictada durante la dictadura con el objeto de limitar la migración, particularmente de personas de izquierda. En el fondo, se buscó establecer una barrera política, ya que la norma estaba pensada bajo un concepto de política de seguridad interior del Estado y no como una política migratoria, de la cual nuestro país prácticamente carece. En ese sentido, resulta pertinente hacer un llamado al Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet a cumplir el compromiso de discutir una nueva normativa en esta materia, que permita regular la migración de una manera moderna, audaz y progresista, que no vea a los migrantes como un mal para el país, sino como el aporte que son en materia demográfica, en el desarrollo económico, social y cultural de este nuevo Chile.

En Chile debemos entender que el fenómeno de la migración representa una oportunidad para nuestro país y no un problema. El problema de Chile no son los inmigrantes, es el populismo con que se trata el tema, es la ausencia de políticas públicas que permitan enfrentar la migración y fomentar la integración, y sobre todo el problema es la intolerancia y el racismo.

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