Cambio de gabinete ¿otro autogol?

14 Julio 2011
No veo necesidad de que el Presidente modifique su estructura de Gobierno. Es más, si hay alguna esperanza de recuperar terreno en credibilidad, ésta será por la fuerza de sus convicciones y no por presión de los partidos políticos o movilizaciones pasajeras.
Matias Carrozzi >
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Para nadie es un misterio (o no debería serlo) que el Presidente Sebastián Piñera está esperando el resultado de dos estudios para decidir si se justifica (o no) un cambio de gabinete, algo nada fácil considerando que los únicos petardos, más o menos relevantes en términos de impacto mediático/político (en ese orden) para quemar, son los mal llamados “ministros políticos”, es decir, Rodrigo, Cristián y la Ena.


El primer estudio es el de victimización, que prepara la Fundación Paz Ciudadana y saldrá a la luz el próximo lunes en la mañana. Esta encuesta (o índice), de ser negativa respecto de su edición de abril, significaría que aquel “francotazo” del Presidente cuando reconoció públicamente que es imposible derrotar la delincuencia, será visto como el parche curita del mandatario respecto a una de las área más promovidas por él en campaña y ahora como Jefe de Estado.


¿Saldrá Rodrigo Hinzpeter de la cartera de Interior por este concepto?. No creo. Hay compinches y Rodrigo.


Pero sigamos con la segunda disertación del mes y que, supuestamente, será tomada en cuenta en una eventual jugada, la del Centro de Estudios Públicos (CEP). Sin dudas, la encuesta más temida y respetada por la industria política, que según las malas lenguas, ésta vendría a confirmar la tendencia respecto a la baja en la credibilidad del Presidente. Ojo, le doy crédito sólo a la credibilidad, porque los relacionados a la popularidad, a mi juicio, importan bien poco para un mandatario en ejercicio.


Reitero el concepto de hace varias calumnias atrás: un Presidente no tiene para qué ser popular, querido, simpático, etc. No es importante ni condición sine qua non para un buen Gobierno.


Pero,  volviendo a lo de la credibilidad, un cambio de gabinete ¿vendría a solucionar en algo el problema?... Tampoco.


Realizar cualquier cambio, ahora o después de los dos estudios, será visto como un reconocimiento de “error” y (por todo lo visto) Sebastián Piñera jamás se equivoca.


A mi juicio (y discordia con los alaracos) no veo necesidad de que el Presidente modifique su estructura de Gobierno. Es más, si hay alguna esperanza de recuperar terreno en credibilidad, ésta será por la fuerza de sus convicciones y no por presión de los partidos políticos o movilizaciones pasajeras, por multitudinarias y “representativas” que parezcan.


Las salidas para el Presidente son más simples de lo que se titula.

 

Más temprano que tarde los “díscolos oficialistas” se pondrán a la fila atentos a que los inviten a las inauguraciones que harán en tiempos de elecciones (los dos años que vienen).

 

Por su parte, los obstruccionistas leninistas tendrán su propia mocha tratando de hacer emerger un par de liderazgos para enfrentar con esperanza las próximas elecciones municipales, evitar las múltiples listas, los candidatos únicos a alcaldes y, luego de todo esto, tratar de revertir el mensaje de Michelle Bachelet de quedarse fuera de Chile “varios años más”, como confesó en una entrevista la semana pasada, para desafiar a Laurence Nelson Golborne Riveros (así lo leerá en el voto) en las presidenciales del 2013.


Por lo demás, si saca a un “regalón(na)”, la oposición no se quedará callada disfrutando el momento. Igual saldrá a decir que a Piñera lo mandan, que no sabe gobernar y, más encima, los “amigos” oficialistas se acuchillarán públicamente (otra vez) por ser los reemplazantes y parecer más influyentes que sus colegas.


Raya para la suma: ¿Para qué convertir este mediático escenario social/político en otro autogol?.


Matías Carrozzi

Sociólogo

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