Opinión: El Medio Ambiente como capital de desarrollo

Opinión: El Medio Ambiente como capital de desarrollo

27 Septiembre 2013

Preservar el medio ambiente no es caer en el ostracismo de no querer un futuro y las comodidades que nos puede entregar un desarrollo industrializado.

Andrés Gillmore >
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En las últimas décadas ha habido una importante transformación de las ciudades, de los espacios y de los territorios, como resultado de una serie de recientes fenómenos económicos, sociales, culturales y tecnológicos. Lo mismo ha ocurrido con los territorios fuera de los escenarios urbanos, que cada día toman mayor trascendencia como un bien de desarrollo que se debe preservar. La sociedad urbana se ha hecho más compleja y diversificada, modificando los comportamientos sociales, transformando el uso del tiempo y las formas de movilidad y comunicación. Estamos en pleno proceso de un cambio estructural de la conciencia y del pensamiento en lo que se refiere al medio ambiente, entendiendo que si no tenemos la capacidad de ver más allá, el futuro puede ser complicado en las próximas décadas, si no tomamos los recaudos correspondientes ante una realidad que puede ser transmutante.

El capital ambiental es la precondición fundamental que los economistas ecológicos tienen como requisito para la sustentabilidad. Para el ser humano crear capital fijo sin el sustento del medio ambiente es imposible y es importante entender que lo que se reconoce como capital cultural, se considera también como un elemento esencial para analizar la sustentabilidad de un territorio y la posibilidad de proyectarlo. Sin él no es posible.

En la teoría general de los ecosistemas, un ambiente es por si mismo un complejo de factores externos que actúan sobre un sistema, que determinan su existencia. Es lo que se podría decir, un súper conjunto en el cual el propio sistema es en si mismo un subconjunto, que constata parámetros físicos, interactuando con los seres vivos, con sentido común, considerando los procesos sociales de desarrollo.

El medio ambiente a nivel planetario ha sufrido cambios notables y ninguno positivo, que de acuerdo con esa realidad un medio ambiente limpio representa en la actualidad la oportunidad de contar con un capital de desarrollo que es escaso y muy codiciado, que debe de ser utilizado en forma adecuada y sustentable. Los países que tengan la capacidad de proyectar esa visión y transmitirlo, tendrán una variable fundamental de desarrollo para salir adelante.

Saber cuidar de estos territorios limpios y de calidad aun intocados, permite a los habitantes reconocerse ellos mismos. Muchas de las naciones desarrolladas, en décadas pasadas no tuvieron conciencia de saber lidiar con el medio ambiente en forma adecuada, ésto destruyó una cantidad importante de territorios imposibles de rescatar en la actualidad, simplemente por que no supieron entender que el hombre es dependiente de su entorno y de esa relación se proyecta su calidad de vida, su familia y su comunidad.

Hoy por medio de una ciudadanía consciente de sus derechos y la ostensible caída de la calidad de vida en los grandes centros urbanos, se ha entendido que esta realidad es vital y que el medio ambiente sano y limpio es un polo importante de desarrollo, que se transforma en un capital de proyección social, económico y político, que permiten marcar la diferencia positiva a través de una forma de vida más armónica y consecuente con lo que se representa.

Proteger los territorios que aun están prístinos y limpios, debería ser una de las prioridades estratégicas de toda nación en vías de desarrollo como la nuestra, que aun esta a tiempo de revertir, ya que permiten la posibilidad de guardar lo propio y proyectarse, entendiendo que un país debe saber respetarse ambientalmente, entendiendo que en la preservación de estos territorios está la base de sustentación social del siglo 21.

Desde la revolución industrial hemos estado introduciendo cambios sin precedentes en los ecosistemas para satisfacer nuestras necesidades, perdiendo la capacidad de analizar con altura de mira los procesos de la naturaleza. El inmediatismo nos ha estado pasando la cuenta desde hace mucho tiempo y en las últimas décadas hemos sido parte de una transformación que ha debilitado la naturaleza y al mismo ser humano, por no saber entender la interacción y la dependencia del hombre con la naturaleza.

Preservar el medio ambiente no es caer en el ostracismo de no querer un futuro y las comodidades que nos puede entregar un desarrollo industrializado, muchos que están en contra de la prevención ambiental afirman sin entender, que la preservación hace que todo lo que se produzca con protección sea más valorado, productivo y reconocido.

Existe una relación entre el capital ambiental, el fijo y el cultural, que debemos considerar siempre; el ambiental es la base, la precondición mínima del cultural. El fijo es generado por la interacción de los dos. El cultural decidirá como usamos el ambiental para crear el fijo, que por lo de más no es neutral ante la realidad de los valores y de las tecnologías que desarrollamos.

Los seres humanos deben de tener un lugar especial en el formato de desarrollo cuando utilizamos la variable ambiental. La capacidad de comprender nuestro propio papel en el sistema y hacerlo sustentable es parte de la tarea. Las funciones del capital ambiental deben ser sostenidas por la retroalimentación desde la misma sociedad que lo produce. El uso indiscriminado de los recursos naturales en forma cotidiana y especifica, puede rastrearse y es por ello que necesitamos integrar los recursos humanos con los ecosistemas de una manera que cree una buena sinergia y permita la combinación de patrones de autorregulación, creando una base que nos permitan entender la necesidad de reconocer el capital ambiental como un medio para lograr un desarrollo eficaz y consecuente.