Arzobispo de Antofagasta celebró Te Deum con invitación a servir a Chile

20 Septiembre 2014

La Iglesia Catedral de Antofagasta se repletó de fieles, autoridades de la sociedad, civil, de las Fuerzas Armadas y del personal consagrado de la arquidiócesis, los que en comunión pidieron a Dios por una mejor ciudad y una sociedad más inclusiva.

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El Arzobispo de Antofagasta, Pablo Lizama Riquelme, en la Homilía pronunciada, durante la mañana del 18 de septiembre, en la Iglesia Catedral, quiso destacar aspectos relacionados con el papel de la Iglesia en la sociedad chilena, así fue como al inicio de su mensaje recordó el respeto que antes se tenía por la Iglesia y de Dios.

“Eran tiempos en que la fe se notaba incluso en la construcción de los pueblos y ciudades. Años atrás al llegar a un Pueblo, el edificio más alto debía ser la Iglesia, hoy en día eso no se practica, y es un evidente signo de querer construir una sociedad sin Dios, donde existen más edificios altos que se imponen por sobre la Catedral de la Iglesia, siendo que el Dios cristiano, no anula a la persona, ni a la sociedad, al contrario la dignifica”.

Asimismo, expresó que esta separación de la sociedad, de Dios, es fruto en cierto modo de los cambios actuales, que hoy viene con mayor rápidez. “Estamos viviendo un rápido proceso de cambio cultural. Por doquier surgen nuevas actitudes y nuevos modos de enfrentar la vida. Esta novedad en algunas oportunidades nos atemoriza, y en otras nos sorprende y atrae por su vitalidad evangélica. Estos cambios involucran a toda la sociedad, pero de modo especial a los más jóvenes”.

A la vez, agregó es más que necesario el respeto a la diversidad, en un mundo que necesita de todos.

Destacó el clamor social que se vive hoy, que surge por la desigualdad en una sociedad compleja, donde van surgiendo antiguas y diversas pobrezas. “Somos testigos de un hondo malestar social, de un clamor por mayor justicia social que atraviesa nuestro país. Junto a un claro crecimiento económico se mantiene una profunda desigualdad”

“El malestar social va acompañado de una crisis en las relaciones interpersonales. Crece la desconfianza en los demás y en las instituciones. Se va instalando una crisis de credibilidad que erosiona el tejido social. Junto a un muy positivo fortalecimiento de la responsabilidad personal, crece un individualismo que mira los logros de otros como una amenaza personal, por eso invito a los antofagastinos a intervenir en la sociedad, rogando porque Dios nos cuide”.

A raíz de lo anterior, llamó a seguir el Evangelio como un signo de esperanza, “como un texto que nos puede apoyar en afrontar los grandes peligros de la sociedad, como el consumismo, el egoísmo, la vulgaridad, la ambición, la violencia, el secularismo, el laicismo”.

También hizo un llamado a que cada persona debe ser amada y respetada, para construir un Chile con respeto, y respetar a cada uno de sus habitantes, “aunque cada vez cueste más cumplir las obligaciones y por eso junto con agradecer a Dios, eso es TE DEUM, también pedimos perdón por nuestros errores y desencuentros”, enfatizó el Arzobispo, para finalizar su prédica con una oración del Papa Francisco .