Consumo de pescado: un problema cultural

Consumo de pescado: un problema cultural

18 Julio 2012

No hay ninguna relación entre el consumo de pescado y la cuotas de pesca. Ningún país ha modificado su asignación de cuotas ni su administración pesquera para que su habitantes consuman más productos del mar.

Corresponsal La... >
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Por Juana Silva, Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria Pesquera de la Región del Biobío (Fesip) 

 

A propósito del proyecto de Ley de Pesca que el gobierno envió al Congreso en diciembre de 2011, se han levantado voces que sin base intentan responsabilizar a la industria pesquera chilena del bajo consumo de pescado que registra nuestra población. Uno de ellos es Pablo Fernando González, que ha escrito un artículo titulado “¿Por qué los chilenos no comemos Pescado y no comeremos si se aprueba la Ley Longueira?”.

En primer lugar, González dice que “Mientras los ciudadanos que viven en los países que poseen riqueza pesquera equivalente a la de Chile, son un ejemplo de consumo de productos del mar en el mundo -como es el caso de España (37 kgs) y Japón (50 kgs), las familias de Chile muestran los mismos 7 kilos de consumo per capita desde hace 30 años, a pesar de la inmensa riqueza pesquera de nuestro país. Lo anterior es responsabilidad de los Gobiernos de turno así como de Senadores. Ellos permitieron la concentración del 100% de las cuotas industriales de los principales recursos pesqueros”.

  • No hay ninguna relación entre el consumo de pescado y la cuotas de pesca. Ningún país ha modificado su asignación de cuotas ni su administración pesquera para que su habitantes consuman más productos del mar. Son cosas distintas. Veamos por qué.
  • Entre 1980 y 2008 España aumentó el consumo per cápita desde 25 a 36 kilos de pescado. Ese logro se debe al éxito de las campañas de promoción que desarrolla el Fondo de Regulación y Organización del Mercado de los Productos de la Pesca y Cultivos Marinos (FROM), dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
  • En Chile se come en promedio 7 kilos de pescado por habitante al año y 75 kilos de carne (de los cuales 25 kilos son de vacuno). Esa diferencia no se produce por precio ni por disponibilidad, ya que el kilo de pescado más barato puesto en un supermercado (el jurel) cuesta $ 1.900, mucho menos que el kilo de pollo más barato ($ 2.600), el de pavo ($ 2.800), el de cerdo ($ 3.300) y el de vacuno ($ 4.380).
  •  Si sumamos a esto que de las cerca de 50 mil toneladas anuales de merluza que se capturan en Chile no más de 12 mil son consumidas por el mercado interno y el resto debe exportarse (38 mil toneladas), es obvio que el bajo consumo de pescado en nuestro país es un problema cultural. 

En segundo lugar, González dice que hay una “concentración del 100% de las cuotas industriales de los principales recursos pesqueros en manos de dos grupos: el Complejo Industrial de Harina y Aceite de Pescado y Complejo Exportador de Pesca Demersal y Acuícola, más conocidos como las 7 familias. Esa concentración de la riqueza pesquera de todos los chilenos es la que dejó sin abastecimiento al mercado interno del dependían las familias chilenas”.

  • Esto también revela un enorme desconocimiento de la realidad pesquera de Chile. Vamos por parte:
  • El sector industrial está compuesto por 53 empresas, varias de ellas sociedades anónimas que, por lo tanto, tiene miles de socios.
  • El 85% de la captura industrial de jurel y el 100% de la captura industrial de merluza común se destina a productos para consumo humano.
  • Hoy el mercado interno chileno ofrece mayor oferta pesquera que en el pasado. En los supermercados hay 129 productos del mar distintos en conservas, congelados y frescos refrigerados de más de 40 marcas, los que se elaboran en base a 28 especies capturadas en Chile y el exterior.
  • Cualquier familia chilena puede abastecerse de pescado en Chile y no sólo a través del supermercado, sino que también a través de los terminales pesqueros, las ferias libres y las mismas caletas, donde los pescadores artesanales venden su captura en playa.

En tercer lugar, González dice que “Chile debe seguir la estrategia española: Primero, una fuerte protección e inversión de recursos públicos, para dar forma a una competitiva flota artesanal de pequeña escala o costera, a través de favorecerlos con un acceso preferente a las cuotas de pesca. Y segundo, un moderno sistema de comercialización de las capturas de la pesca artesanal que se traduce en un centenar de mercados de subastas en todo el territorio de España, abierto y transparente, que facilitan y aseguran el abastecimiento de productos del mar a las familias españolas”.

  • Aquí muestra una gran confusión e ignorancia de la administración pesquera chilena:
  • El sector artesanal tiene el mayor porcentaje de capturas en Chile (53% según Informe Estadístico de Sernapesca 2010) y con el acuerdo de fraccionamiento de la Mesa Pesquera que contiene el proyecto aumentará aún más su participación en las principales pesquerías: merluza común, sardina, anchoveta y jurel.
  • Los recursos que financian la administración pesquera chilena, y por ende instrumentos como el Fondo de Fomento a la Pesca Artesanal, provienen de las patentes pesqueras que paga la industria pesquera.
  • Como expliqué antes, todos los chilenos tienen acceso a la pesca. Por lo tanto, una subasta en playa (llamada “en primera venta”) no influye en el abastecimiento de la población. Por lo demás, en la práctica los pescadores venden su pesca al mejor postor al desembarcar y si quieren llamarlo subasta está bien. Nadie se los prohíbe y la ley de pesca en discusión en el Congreso nada tiene que ver con la forma en que ellos vendan su pesca.
  • Por todo lo expuesto, como dirigenta de los trabajadores de planta de la industria pesquera espero que todos mis compatriotas, en especial los parlamentarios que estudian el proyecto de ley de pesca, tengan claro que estamos ante un tema complejo y que las decisiones que se adopten incidirán directamente sobre miles de personas que vivimos de lo que genera el sector.