Crean indicadores para medir impacto del turismo en áreas protegidas

Crean indicadores para medir impacto del turismo en áreas protegidas

18 Febrero 2015

La iniciativa generará indicadores para evaluar el impacto de los turistas en las áreas protegidas de Chile. Un trabajo pionero que permitirá mejorar la conservación de importantes zonas de nuestro país.

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El Proyecto “Indicadores de sustentabilidad para el apoyo de negocios de turismo sustentable en áreas protegidas” comenzó en 2011 con el financiamiento de CORFO y fue ejecutado por la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza (FCFCN). A su cargo estuvo la Dra. Carmen Luz de la Maza y la profesora Claudia Cerda como subdirectora. Contó además con la participación de varios académicos investigadores de la Facultad y del Departamento de Geografía de la Universidad de Chile.

La iniciativa, orientada a conservar el capital natural de las áreas protegidas públicas y privadas a través de la creación de indicadores de impacto respecto del turismo, tuvo como principales usuarios a emprendedores, administradores o concesionarios que realizaran actividad socio-económica en las áreas protegidas del país. Pero sus resultados son más relevantes aún respecto del cuidado del medio ambiente, puesto que el desarrollo y la operación inadecuada del turismo pueden degradar el hábitat, interferir cadenas tróficas, agotar los recursos naturales y contaminar los paisajes.

Los resultados principales del proyecto dieron origen a dos manuales que abordan una breve introducción explicativa respecto del elemento a medir, los indicadores y la forma de aplicarlos y registrarlos. Uno de los manuales aborda indicadores del ámbito sociocultural; el otro en tanto, el ámbito biofísico. De esta manera, el instrumento permite recoger una amplia visión que va desde lo cultural y social, así como aspectos tales como la condición del agua, suelo, vegetación y fauna.

Consultada respecto al desarrollo de indicadores, la subdirectora del proyecto, profesora Claudia Cerda señaló que “trabajamos estos indicadores de forma transversal, es decir multidisciplinariamente. La principal fortaleza es contar con indicadores en el ámbito sociocultural que no existían antes en Chile. Es sabido que la participación social en la conservación es necesaria, pero no había indicadores que dieran luces en ese sentido. Es importante evaluar de manera más tangible cómo las áreas protegidas están impactando a las comunidades locales y viceversa”.

La profesora agregó que tampoco existían indicadores sencillos que pudieran ser aplicados por los guardaparques con el fin de monitorear el agua, el suelo, la vegetación o la fauna, por lo que el aporte en esta área también es una de las mayores fortalezas del proyecto.

Indicadores concretos para políticas de conservación

La directora del proyecto y actual Decana de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, profesora Carmen Luz de la Maza, explicó que el proyecto abarcó el Parque Nacional Pan de Azúcar, Reserva Nacional Altos de Lircay, Parque Nacional Conguillío y Parque Nacional Villarrica.

“Al haber diferentes ecosistemas, fueron muy enriquecedores los estudios científicos, porque había que estudiar cómo el visitante impactaba el suelo, la flora, la fauna, el agua. También se estudió cómo estas áreas protegidas contribuían al desarrollo social y económico de las personas que vivían a sus alrededores y si tenían alguna relación con el área y si las beneficiaba o no”, aseguró.

Profesora Carmen Luz de la Maza, ¿Cuál es el impacto que tienen los turistas en las áreas protegidas estudiadas?

Todas estas áreas tienen zonas de uso público, lo que nosotros estudiamos fueron estas áreas de uso intensivo. En este marco, lo que se ve fundamentalmente es que el impacto es distinto dependiendo de las características naturales del lugar y dependiendo de la educación de los visitantes.

¿En qué se nota esa diferencia educacional?

Por ejemplo, los visitantes pueden o no respetan los senderos; si lo hacen lo más probable es que se produzca una compactación de suelo delimitada y eso se puede reparar, pero si no lo respeta o es poco consciente empieza a hacer huellas laterales que pueden impactar en la vegetación. También se ve en la basura que deja. Sin embargo, esto se soluciona con educación y conciencia. Claramente se puede cambiar.

¿Es importante que la comunidad local se involucre en la conservación de estas áreas protegidas?

Mientras más participación y más conciencia exista, es muy probable que lo que se proponga tenga éxito. Por mucho tiempo los parques han tenido poca relación con la comunidad, recién desde el año 2002 se empezaron a organizar los consejos consultivos regionales y locales lo que abrió la posibilidad a que los actores locales pudieran participar en algunas actividades al interior del área protegida. Pero en términos sociales es muy poco tiempo para generar un comportamiento y conciencia social.

¿Cuáles son los desafíos que enfrentamos a partir de ahora cuando contamos con estos indicadores?

Lo ideal sería que estos indicadores que se proponen fueran incorporados en los contratos de concesiones, de tal manera que hubiera una responsabilidad compartida entre quienes administren un área y quienes tienen concesiones, como los hoteles, camping, operadores turísticos, restaurantes, etc. La idea es que en estos contratos más que aspectos generales, se incorporen algunos criterios con estos indicadores. Hoy no existe un control más detallado.