Empatía y ganancias mutuas: ¿Serán posibles en la relación con los pueblos indígenas?

Empatía y ganancias mutuas: ¿Serán posibles en la relación con los pueblos indígenas?

12 Octubre 2013

Para avanzar necesitamos cambiar la mirada: desde los ojos de la desconfianza a la empatía y la oportunidad co-construida.

Ximena Abogabir >
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Necesitamos revisar con urgencia la relación entre el Estado de Chile y los pueblos originarios, o seguiremos empantanados  en una situación en que todos resultamos perdedores. Los indígenas fueron despojados con violencia por el Estado de Chile de sus mejores tierras, siendo éstas entregadas a colonos que se enteraron posteriormente que el paraíso al cual estaban siendo invitados tenía dueño conocido y que estos no descansarían hasta recuperarlo. Y dado que su cultura y espiritualidad están tan vinculadas a la tierra, otro lugar no da lo mismo. Como tampoco les resulta aceptable recibir la tierra pero no su agua ni el subsuelo, para ellos parte indisoluble del todo: la Pacha Mama venerada.

Se precisa una institucionalidad mucho más potente que la actual: Ministerio de Asuntos Indígenas, cupos en el Parlamento, reconocimiento constitucional de Chile como un país pluriétnico, abriendo la posibilidad a la pertinencia cultural de su educación, su salud y, en ciertos casos, sus ancestrales sistemas de justicia.

Sin embargo, desde mi punto de vista, es poco probable que el Estado de Chile pueda resolver por vía normativa un tema que requiere, primero, ser re-instalado en la cultura nacional. Mientras los medios de comunicación se sigan refiriendo a las distintas etnias como violentos, borrachos, flojos y ladrones, será difícil cambiar la mirada de la sociedad chilena ante los pueblos que habitaban el territorio antes de la llegada de los españoles. De ahí la invitación a que nuevamente sean los canales de televisión los llamados a generar empatía con los horrores y los errores del pasado y el NUNCA MÁS se instale para siempre, también en la relación con los pueblos indígenas.

La oportunidad detrás de la nueva relación

Ya está archi documentado el despojo, la violencia, el ninguneo, el atropello a su dignidad. Hoy necesitamos abrirnos a la posibilidad de una forma diferente de relacionarnos y organizarnos para que la convivencia implique ganancias mutuas. Además de justicia y beneficios de vivir en paz, surgen otras oportunidades: los expertos en turismo afirman que la cultura indígena, tanto las del norte, Isla de Pascua y la mapuche en el sur, es  considerada como el principal atractivo del país.  Sólo que para avanzar necesitamos cambiar la mirada: desde los ojos de la desconfianza a la empatía y la oportunidad co-construida. Nueva Zelanda ya lo hizo y la riqueza intercultural se respira desde que se pisa el aeropuerto, seduciendo al turista a adentrarse en su magia.

Mientras el inevitable cambio cultural se despliega –en consonancia con la globalización- es de sentido común avanzar en esta relación a través del diálogo sincero, y desde lo voluntario y la empatía. Así fue como el alcalde de la comuna de Galvarino la declaró bilingüe (mapudungún y español), y de las 40 consultas indígenas realizadas a la fecha,  comienzan a aparecer luces: si las líneas de base social se construyen con profesionales de la etnia, si se diseñan juntos y con la debida anticipación las medidas de mitigación de los proyectos de inversión; si se definen en conjunto las medidas de compensación, es posible llegar a resultados mutuamente aceptables.

Mayoritariamente la gente no está por el status quo: lo que cada sector aspira es a un modelo de desarrollo pertinente a sus propias aspiraciones culturales. Se rechaza el que algunos pocos se enriquezcan traspasando sus impactos negativos a unos muchos; y a que se piense que la aspiración de desarrollo es igual para todos. Al contrario, la prueba de fuego de los grandes proyectos de inversión es su capacidad de complementarse y potenciar proyectos a escala humana, generalmente relacionados con agro-eco-etnoturismo. Finalmente, un tema aún pendiente que deberá ser abordado es la participación de las comunidades indígenas en los beneficios de los proyectos que se construyan en sus territorios. Todo aconseja abandonar el asistencialismo y pactar una relación de socios.

La fatiga del enojo

La escena del camión incendiado o las Fuerzas Especiales “resguardando el orden” ya no horrorizan a la opinión pública. No es en el campo de batalla que vamos a encontrar la fórmula para construir la paz, sino elevando la mirada para entender qué estamos disputando y por qué nos hemos peleado desde hace tanto tiempo generando heridas históricas que olvidarlas equivale a traición. Necesitamos esforzarnos por resolver la situación, no para que gane mi bando (los buenos contra los malos), sino ser autocríticos y dejar de ver sólo lo que los otros hicieron mal, Para ello, es preciso abandonar el hasta ahora “nosotros vs ellos” para descubrir juntos las oportunidades que podrían surgir desde una sana convivencia entre iguales, pero diversos. Mal que mal, habitamos el mismo territorio, tenemos un destino común, no nos queda alternativa más que remar juntos hacia un destino de buena convivencia.