“Extranjeros al día”: Colombianos en Antofagasta cuentan el largo camino

“Extranjeros al día”: Colombianos en Antofagasta cuentan el largo camino

28 Mayo 2015

Tras las declaraciones de la Colectividad Colombiana, quisimos conocer qué tan lento es el sistema y cómo puede afectar el proyecto de vida de un extranjero en nuestra ciudad.

El Nortero >
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Hay que reconocer que poco a poco nos hemos acostumbrado a ver las largas filas fuera de extranjería. Sin embargo, para quienes deben hacerlas, la experiencia no es grata, a veces hasta inútil cuando no son atendidos o sus papeles aún no obtienen el visto bueno.

Es por esto y a raíz de una declaración emitida hace algunos días por la Colectividad de Colombianos Residentes (Leer declaración), quisimos conocer si la realidad que ahí se expresaba era generalizada o sesgada a partir de sus propias experiencias.

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Para esto nos dirigimos en primera instancia hasta las oficinas de extranjería de la Gobernación Provincial, donde nos encontramos con una extensa fila de personas, en su mayoría colombianos, que esperaban turno para hacer sus trámites.

Al acercarnos nos dimos cuenta que el espíritu de grupo, es lo que identifica en mejor forma y de manera resumida a los extranjeros que residen en Antofagasta, lo cual se da en todos los aspectos del quehacer cotidiano, incluso para opinar. Y es que la opinión de uno, es complementada por los demás que están alrededor.

Lo primero que nos contaron, a modo de reclamo, es la cantidad de números que entregan para el trámite de estampar la visa, señalando que “cada vez entregan menos, antes eran casi doscientos, luego lo redujeron a 140 y ahora van a entregar sólo cien” indica Samuel que se encontraba bien atrás en la fila, lo que es apoyado por Jaime, quien agrega que tienen que pedir permiso en el trabajo, o bien usar el día libre para cumplir con el trámite. En este aspecto, Gabriel lo secunda, mientas manifiesta que si no consiguen número será tiempo perdido y tendrá que venir otro día.

Realidades dispares

Sin embargo parece ser con quienes pudimos conversar, tienen una situación económica bastante más holgada que sus compatriotas que viven en campamentos, ya que o viven con familiares o arriendan piezas. Además al tener su situación regularizada les permite obtener empleos mejores y más seguros. Como lo señala Gabriel quien dice que “como lo hacen también los chilenos, venimos a Antofagasta, porque a pesar de ser una ciudad cara, los sueldos son buenos y ahorramos todo lo que podemos para mandarles a nuestra familias”.

Con respecto a los que viven en tomas, para Estela Domínguez se debe a que no tienen regularizada su situación, por lo cual o no pueden optar a un mejor trabajo o no tienen trabajo o lo hacen en forma esporádica. “Además se vienen con familia, lo que  hace que les sea más difícil la vida, porque son más”, argumenta Daniela.

Ella lleva casi tres años en Antofagasta, y en cuanto a los trámites que debe cumplir cada cierto tiempo, explica que “todo siempre ha sido difícil desde un principio, estar aquí a las cuatro de la mañana para obtener la visa, luego la autorización para trabajar y ahora número para estampar la visa, en fin todo complicado”,  explica queriendo dar cuenta de los largo y burocrático que resulta “ser un extranjero al día” en Chile.

Agrega que debiera haber un sistema más expedito, para que la gente no tuviera que hacer largas esperas, para efectuar cualquier trámite que tenga relación con su permanencia en el país.

En el caso de Yazmín, que es peruana y tiene cerca de cuatro años en Chile, de los cuales tres vive en Antofagasta, coincide en cuanto a la tramitación. “Primero, tuve que cumplir el trabajar por un tiempo determinado para un mismo empleador, aunque surgieran mejores oportunidades, porque así lo exigen en Chile. Ahora ya cumplí con ese requisito y me pude cambiar de trabajo, pero aún no me llegan mis papeles del carnet definitivo. Es cansador tanto trámite, pero es la única opción que tenemos”, acota.

Por lo visto, con quienes pudimos conversar no tienen mucho contacto con aquellos compatriotas que  viven en tomas o campamentos, dando la impresión que son mundos distintos, y que a pesar de que ambos están constituidos por extranjeros, sus realidades son disímiles en función de sus intereses.

Esto, porque los que arriendan no tienen interés por contar con una casa propia. Su motivación es surgir cada día más, pero para poder enviar más dinero a país donde se encuentra su familia. Su futuro lo ven allá, no en esta ciudad.