Fray Pedro Subercaseaux: la historia de Chile hecha pintura

14 Abril 2016

Dos de sus más conocidas obras, “el Abrazo de Maipú” y “la Batalla de Chacabuco”, fueron un pedido especial del gobierno argentino, ya enterado de las capacidades artísticas de don Pedro.

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Por: Revista Corral Victoria

No es necesario nacer en Chile para ser chileno y Pedro Subercaseaux así lo demostró. La tradición de sus padres y su constante lectura de la historia, hicieron que el pasado echara las raíces a su patria sin estar en ella.

Frente a lo débil que se presenta hoy nuestra memoria patria, Fray Pedro Subercaseaux no la asume como letra muerta y del pasado, sino que le da vida para recordar el dicho que “la historia es buena maestra del futuro”.

Fray Pedro nació en Roma en 1810. Hijo del diplomático chileno Ramón Subercaseaux Vicuña y de doña Amalia Errázuriz Urmeneta, desde pequeño manifestó una clara afinidad por el arte, la religión y el país de sus padres.

Cuando joven, Pedro tomó la decisión de dedicarse a lo que le apasionaba y así partió sus estudios de pintura en los principales centros artísticos del viejo continente.

Después de su paso por la Real Academia de Bellas Artes de Berlín, la Academia Julien de París y algunas otras del centro de Italia, el joven artista viajó a Chile. Al poco tiempo de su estadía, en 1907, recibió la Medalla de Honor del Salón Oficial.

Quienes han podido observas y estudiar la obra y vida de Subercaseaux, manifiestan que su llegada a Chile motivó en él una gran fascinación por la historia chilena, y rápidamente sus temáticas “europeizantes” fueron renovada por temáticas chilenas.

En su frecuente lectura de la historia de la conquista e independencia, Subercaseaux veía en su imaginación vacios gráficos que necesitaban ser completados dentro del conjunto de palabras. Así parte con varias célebres escenas que han perdurado con el tiempo.

Su nombre fue rápidamente conocido y por ello fue invitado a pintar sus oleos en algunos edificios importantes de la capital, como el Salón de Honor del antiguo edificio del Congreso Nacional y la Bolsa de Comercio.

Dos de sus más conocidas obras, “el Abrazo de Maipú” y “la Batalla de Chacabuco”, fueron un pedido especial del gobierno argentino, ya enterado de las capacidades artísticas de don Pedro. Actualmente aquellas pinturas se exhiben en el Museo Histórico Nacional de Buenos Aires.

Un dato no menor en su vida, es su matrimonio con doña Elvira Lyon, con la que años después tomaron la decisión de pedir al Papa la nulidad de su matrimonio para consagrar ambos, su vida para la contemplación y oración. Doña Elvira, posterior a la nulidad ingresó al Convento de Damas Catequistas de España y don Pedro al Monasterio Benedictino de Quarr en Inglaterra.

Pasado algunos años, se le encomendó a Fray Subercaseaux, fundar la actual abadía benedictina de Las Condes, por lo que regresa al país y retoma su pasión por graficar algunas escenas de la historia de Chile y decorar con sus pinturas las murallas de algunos templos católicos de Santiago.

No es fácil hoy leer capítulos de la conquista, de la primera misa en Chile, de la batalla de Chacabuco o la Batalla de Maipú, sin que venga a nuestra memoria alguna de estas obras que hemos heredado de este artista chileno, que con gran acierto han sido agregadas a varios libros escolares y permiten mantener viva en la memoria, la respuesta de quiénes somos y hacia dónde queremos ir.

Referencia:

Griffin, V. Pedro Subercaseaux, Life of Saint Francis of Assisi, Ed. Monasterio Benedictino de Las Condes. Santiago de Chile, 2009. 

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