Si nombramos los premios recibidos por Lily Garáfulic en toda su trayectoria, comenzamos el año 36 y terminamos el 95 cuando le otorgaron el Premio Nacional de Artes, Mención Plásticas. Y es que la vida de esta escultora antofagastina, quien falleció ayer a los 97 años, se transforma en toda una escuela para la escultura nacional.

Nació en Antofagasta el 14 de mayo de 1914, hija de padres croatas, se trasladó con su familia a Santiago en su niñez. En 1934 ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, después se iría a Europa y a Nueva York a perfeccionar sus estudios.

En 1957 fue nombrada representante de Chile en la Asociación Internacional de Artes Plásticas de la UNESCO, recibiendo una beca del Gobierno chileno para estudiar la técnica del mosaico en Europa y Oriente Medio. Y así una vida intensa, dedicada al arte en Chile y recorriendo distintos países del mundo.

Obra

Los inicios en la obra de Garafulic son en materiales como terracota, mármol, piedra y bronce, donde vemos a retratos y bustos. De esta primera etapa encontramos uno de sus mayores trabajos, las 16 figuras de profetas realizadas para la Basílica de Lourdes.

Según el Portal del Arte:

"Luego, su producción toma el rumbo del “abocetamiento”, es decir, adquieren el aspecto de estar inacabadas; un ejemplo de esto es “El Mar”, obra ejecutada en piedra, que reúne en sí lo elaborado y lo aparentemente no resuelto... A comienzos de los años sesenta, su obra adquiere un carácter doblemente nuevo, a partir de un viaje realizado a Isla de Pascua: cambia su modo de sentir la escultura y busca materiales nuevos adecuados a su nueva visión".

Comienza a sumar a sus materiales el trabjo con "maderas carcomidas a la que incrusta virutas de metal, soldaduras y pernos, ejerciendo, de este modo, toda una innovación para la época", indica el sitio. Mas tarde utilizó restos de fundición, consiguiendo texturas particulares que siempre la pusieron a la vanguardia de la plástica internacional.

Fue una mujer prolífera y creadora incesante, pues superando sus 90 años continuó creando esculturas y ya en sus últimos años, no dejó de visitar su taller.

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