Opinión: El peligro de un Transantiago educativo

09 Enero 2014

El país ya ha asumido las nefastas consecuencias de implementar cambios radicales sin la debida información y preparación de la ciudadanía, y es claro que un “Transantiago educativo” significaría para el país un daño mucho mayor.

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* Por: Manuel Sepúlveda, Investigador de Política Educativa de Educación 2020.

Por estos días, en los que ronda en el aire una sensación de administración ya finalizada, el Mineduc y la Agencia de Calidad definen una política clave para el futuro de la educación del país. La Ministra Schmidt debe enviar a Contraloría la metodología de ordenación que utilizará la Agencia para clasificar a las escuelas del país en los próximos años, y no sabemos si la metodología en cuestión se hará cargo de las reiteradas críticas y recomendaciones que el mundo académico, político, y que el propio Consejo Nacional de Educación han manifestado.

En este sentido, las críticas pueden clasificarse en dos grandes áreas. En primer lugar, la metodología que se propone para clasificar a los establecimientos, que privilegia el resultado por sobre el contexto, sin considerar suficientemente el proceso de enseñanza y aprendizaje.  De esta manera, se impide que colegios con bajos puntajes —pese a desempeñarse de manera eficiente en contextos de extrema vulnerabilidad— se clasifiquen en las categorías de mejor desempeño, debido a que la metodología no controla de manera efectiva la “concentración de vulnerabilidad” (segregación), elemento clave a la hora de explicar los resultados de nuestros estudiantes.

La segunda crítica se refiere al modo de implementación de la ordenación que supone un alto impacto en el sistema escolar. Las recomendaciones del Consejo Nacional de Educación han sido enfáticas, apuntando a establecer un periodo de “marcha blanca” en el cual se comunique y explique a cada establecimiento el funcionamiento y las consecuencias del sistema de clasificación, además de generar el espacio necesario para perfeccionar aquellos elementos que demuestren ser conflictivos en este periodo de “prueba”. Es clave establecer un periodo de marcha blanca que permita a los establecimientos “prepararse” frente a las evaluaciones. ¿Resultaría justo clasificar a una escuela en el grupo de bajo desempeño con mediciones realizadas en años donde esta ley ni siquiera estaba aprobada?

El país ya ha asumido las nefastas consecuencias de implementar cambios radicales sin la debida información y preparación de la ciudadanía, y es claro que un “Transantiago educativo” significaría para el país un daño mucho mayor y permanente que el vivido con la puesta en marcha del sistema de transportes. Desconocer las recomendaciones del Consejo Nacional de Educación significaría ignorar a un organismo del Estado de carácter pluralista, y que en teoría debiera jugar un rol clave en la nueva estructura de nuestro sistema educativo.

Estos elementos evidencian la necesidad de debatir abiertamente la política antes de su implementación. Resultaría nefasto aprobar esta metodología “entre gallos y medianoche”, a meses del cambio de Gobierno y cuando la opinión pública está alejada de este debate. Durante la actual administración, Educación 2020 ha debido destinar parte importante de tiempo y esfuerzo para “detener goles”, programas y/o iniciativas legales impulsadas por el Ejecutivo que “escondían” en sus párrafos distintos elementos que perjudicaban a la Educación Pública y profundizaban la vergonzante segregación de nuestro sistema escolar. Lo que hoy se pretende definir es, probablemente, la política educativa más importante de los últimos años y, por lo tanto, no puede ser otro intento de “gol” de parte del Gobierno.