Nació como una casualidad. El doctor Stuart Meloy estaba trabajando en un aparato para disminuir los dolores crónicos de sus pacientes, aplicando un implante en la columna vertebral y que enviaba señales electrónicas  para alivianar los problemas.

Sin embargo, Meloy no consideró los efectos secundarios que existían al aplicar los pulsos eléctricos. El aparato, aparte de aliviar los dolores, provocaba pequeños orgasmos en sus pacientes.

Maloy lo denominó Orgasmatrón y lo ha probado en decenas de pacientes, con los resultados ya mencionados.

Lamentablemente, el proyecto se ha estancado a lo largo de los años, ya que el costo para realizarlo es de 25.000 dólares. No obstante, Maloy sabe que si llega a encontrar inversores, tendrán en sus manos un producto que podría solucionar diversos problemas sexuales en los pacientes, como disfunciones o falta de orgasmos.

La pregunta es claro e invita a pensar ¿te arriesgarías a probar estos shocks eléctricos, solamente para buscar placer?