El año 2002, frente a la recién remodelada Plaza Sotomayor, conversaba con el ex alcalde Pedro Araya, y me manifestaba que para él ese trabajo era un sueño realizado. Recordaba que en la conocida como Plaza del Mercado jugaba cuando pequeño, incluso que algunas veces lo hacía con mi padre, también vecino de esta plaza, recuerdos que sólo pueden tener quienes han nacido en Antofagasta y que hacen tener un cariño especial por cada rincón de nuestra ciudad.

Continuaba don Pedro, relatándome como había visto el deterioro sufrido por los años esta que era una hermosa plaza donde las familias podían traer a sus niños sin temor, que el uso era distinto al de la plaza Colón, donde las personas se distribuían por estrato socio económico, aquí  en esta plaza todos compartían por igual.

Don Pedro señaló que uno de los primeros errores cometidos con esa plaza fue el permitir una feria de frutas y verduras que funcionaba algunos días en la parte media de la plaza en una calle que antiguamente separaba el Mercado de la plaza del Mercado y por la cual circulaban vehículos cuando no era utilizada por la feria. La acumulación de basuras dejadas por la feria alejó a muchas personas de la plaza, especialmente familias que acudían con sus hijos. Con los años esa feria se trasladó a un costado del terminal pesquero, dando origen a la denominada Feria Modelo.

Recordábamos con don Pedro, que en la parte superior izquierda de la plaza, a principios de los 70s se había construido una explanada con un pequeño escenario, con la intención de que allí se realizaran actividades culturales o políticas y que años después, un alcalde, pensando “solucionar” el problema de los ambulantes que se encontraban en el centro de la ciudad, se le ocurrió la brillante idea de instalarlos en esa explanada, en unos quioscos, que por su forma y distribución, la comunidad los denominó “las colmenas”, quitando así ese espacio para uso por la comunidad. 

La instalación de esos ambulantes, trajo consigo, la aparición de tráfico de drogas, no fueron pocos los quioscos de “las colmenas” que se utilizaron para esconder y vender drogas, junto con eso, la delincuencia aumentó en todo el sector, principalmente por personas que delinquían para poder comprar drogas. La suciedad, perros vagos y ebrios y drogadictos durmiendo y haciendo sus necesidades en las pocas áreas verdes fue cosa habitual. Muchos de los quioscos servían para vender mercaderías que habían sido robadas al comercio de los alrededores, para poder comprar drogas o alcohol.

De allí el orgullo y la emoción de don pedro Araya al ver la plaza remodelada, sentía que había rescatado un importante sector a la delincuencia para devolvérsela a la comunidad, ahora, con la plaza libre y despejada de ambulantes y delincuentes, se podría realizar allí actividades artísticas y culturales. No es por nada que en la placa instalada en la base del monumento que se ubica en el centro de la explanada y que reemplazó el monumento donado por la colectividad alemana para el centenario de la independencia nacional, se lee: “Un lugar dedicado a la cultura e identidad Antofagastina”.

Es triste observar que hoy, casi diez años después que don Pedro Araya rescatara este lugar, en pleno corazón de la ciudad, tal como sucedió  años atrás, la nueva administración municipal, pretendiendo “solucionar” el problema de los ambulantes, vuelva a utilizar la explanada de la Plaza Sotomayor, instalando allí a esos mal llamados comerciantes, sabiendo que con ellos arrastra y genera todo un problema de suciedad y delincuencia a todo el sector céntrico que rodea por varias cuadras a esa plaza.

Se ha arrebatado un hermoso lugar a toda una comunidad, para entregárselo al lucro mal habido de unas pocas personas.

Una lástima por el orgullo y felicidad que sintió don Pedro y una lástima por la pérdida de este espacio para todos antofagastinos.