Ya no basta con pensar

Ya no basta con pensar

19 Junio 2020

Dejar fluir y compartir esas ideas que tenemos bajo el pelo es lo que mantiene en movimiento, vivas, a las comunidades y, ciertamente, a los individuos. Discutir, acordar, disentir son mecanismos que nos permiten construir el mundo que queremos o, al menos, que nos merecemos.

Francisca Neira >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

Hace un par de semanas conversé con alguien que me dijo conocía a un par de hijos de acuario, ególatras y egocéntricos, según él, a quienes les encantaba publicar en rrss contenido referente a sí mismos, que la gente les hable de ellos o que quieran conocer sus opiniones y experiencias.

Yo, como nací el 2 de febrero (mi mamá no recuerda a qué hora así que no pregunten por ascendentes ni casas), me sentí aludida por ese comentario y respondí, casi a la defensiva, que “no me interesa el discurso” ni que los demás quieran saber qué carajos pasa por mi cabeza. Esas referencias al ego me distrajeron de lo importante. ¿Qué sería de nosotros sin las ideas que nos mueven? ¿Qué sería de la sociedad si aquellos que pensaron distinto (o más profundo) se hubiesen quedado callados? ¿En qué etapa de la evolución estaríamos si el intercambio de puntos de vista no hubiese forzado nuestros cerebros a desarrollar el lenguaje y buscar  (contra)argumentos que nos permitieran defender nuestras posturas? (También está el descubrimiento del fuego y otras cosas, ya sé, ya sé).

Dejar fluir y compartir esas ideas que tenemos bajo el pelo es lo que mantiene en movimiento, vivas, a las comunidades y, ciertamente, a los individuos. Discutir, acordar, disentir son mecanismos que nos permiten construir el mundo que queremos o, al menos, que nos merecemos.

MEDIDA SANITARIA

Por eso me indigna que esta semana comenzara a regir la medida sanitaria que restringe los permisos y salvoconductos para periodistas de medios de comunicación que no tengan inicio de actividades, o sea, los medios independientes, alternativos, los que entregan información distinta (no necesariamente contraria) a la del mainstream comunicacional, los que promueven abrir el abanico de ideas, los que le dan voz a los que no la encuentran entre tanto matinal unitemático con paneles de alcaldes y médicos que parecieran ser los únicos que merecen ser escuchados por estos días.

Por eso me indigna la estandarización en la educación (no seamos inocentes pensando que solo se da en el ámbito escolar) que, disfrazada de contenidos mínimos, merma la posibilidad de pensar un sistema ideológico-económico-social-cultural distinto o uno en el que, por lo menos, quepamos todos dignamente. Por eso me indigna que el presidente de este país laico agradezca o ruegue a Dios cada vez que habla en cadena nacional. Por eso me indigna que me digan “comunista”, “feminista”, “egocéntrica” o “ya empezaste” cuando digo cualquier cosa que pasa por mi cabeza.

De hecho eso último no solo me indigna sino que también me asusta, porque si el miedo al juicio, al fracaso, al ridículo nos silencia, entonces estamos más que fritos. Y peor si queremos freír a otros con nosotros cuando además de callarnos tratamos de callarlos a ellos. Y no po, así no se puede. Ya no basta con pensar: verbalizar es una acción que nos mueve a otras más y más trascendentes. Entonces, ¿les parece si abrimos la mente y dejamos que fluyan las ideas?