Se ha correlacionado el impacto en la calidad de vida de las mujeres infértiles con el acceso y calidad de la atención recibida. En los países desarrollados con cobertura total de esta enfermedad, el miedo y estrés marital es rápidamente contenido al iniciarse el estudio y tratamiento.
Se puede definir la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) como la posibilidad de tener relaciones sexuales gratificantes y enriquecedoras, sin coerción y sin temor de infección ni de un embarazo no deseado; de poder regular la fecundidad sin riesgos de efectos secundarios desagradables o peligrosos; de tener un embarazo y parto seguros y de tener y criar hijos saludables. La Constitución de la República de Chile señala el derecho a procrear como uno de los derechos civiles fundamentales de las personas.
En 2009 la OMS, junto con un conglomerado de organizaciones internacionales, reconoce a la Infertilidad como "una enfermedad del Sistema Reproductivo definida como la incapacidad de lograr un embarazo clínico después de 12 meses o más de relaciones sexuales no protegidas". Esta decisión se basa en sus múltiples efectos en las personas que la padecen, así como en su núcleo familiar, social y laboral.
Se ha correlacionado el impacto en la calidad de vida de las mujeres infértiles con el acceso y calidad de la atención recibida. En los países desarrollados con cobertura total de esta enfermedad, el miedo y estrés marital es rápidamente contenido al iniciarse el estudio y tratamiento. Sin este factor protector se observan niveles crecientes de sufrimiento, aislación e incluso violencia. En casos extremos se producen enfermedades con riesgo vital y muerte.
Un enfoque integral de los problemas de SSR de una población debe considerar tanto la provisión de modernas y seguras Tecnologías Anticonceptivas como el estudio y tratamiento de la Infertilidad. La equidad constituye un principio básico para garantizar el derecho a la SSR, sin embargo, en Chile existe un desbalance entre una cobertura total en Planificación Familiar Restrictiva (anticoncepción) y el acceso marginal a atención especializada de las parejas que no han logrado cumplir con su Plan de Familia por sufrir esta enfermedad.
Patricia Ramírez, Presidenta Agrupación “Queremos Ser Padres”
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