Algo extraño pasa cuando uno escucha a los habitantes de Chaitén reclamar porque los obligaron a mover el pueblo de un lugar a otro. Que las raíces, que no dejarán el lugar donde formaron su familia y una serie de argumentos que son incomprensibles para los que nacimos y nos criamos en Pedro de Valdivia. [6]
La oficina salitrera que fue como un pueblo cualquiera de Chile, con escuelas con niños estudiando, hospitales con gente naciendo y muriendo, con gente armando negocios, con amigos y generaciones de familias imaginando un futuro en un lugar que no les pertenecía. Porque cuando la empresa SQM decidió cerrar el campamento, todos nos tuvimos que ir, sin derecho a pataleo ni a reclamos a la Presidenta (Presidente en ese entonces).
Así, todos los pampinos que ya no habían partido tuvieron que hacerlo, con el dolor de su alma. De ahí, con los años, y tras la entrega de la categoría de Monumento Histórico Nacional, el campamento salitrero comenzó a abrir sus puertas una vez al año.

Este domingo se vivió una nueva jornada de recuerdos y Pedro de Valdivia volvió a ser como antes, un lugar lleno de vida, de amigos en la plaza y de gente en el teatro. Parecía el Pedro de antes, pero abandonado, polvoriento y devastado.
Es una linda fiesta, coronada por juegos artificiales, desfiles y grupos musicales, que ojalá se siga haciendo cada año, como una tradición de los que alguna vez pasamos por esa tierra, para que no muera, para conmover a sus propietarios y preservar el patrimonio de la Región de Antofagasta.
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