Cecilia y su marido están siendo apoyados por el Gobierno Regional a través del INDAP para que que instalen una sala de ventas, y así poder comercializar las mermeladas, quinoa y el chícharo, producidas gracias al programa de infraestructura rural.
Cecilia Caballero y su esposo Leonel salen juntos a su predio, y se reparten las tareas para mejorar el suelo, además de las hortalizas que guardan en el invernadero. Hace 10 años ambos decidieron volver a su terreno desde la ciudad para volcar sus energías y mejorar la huerta, los paltos, cítricos y vides que poseen en sus casi 2 hectáreas de Crucecita en Alto del Carmen.
Cecilia se dedica a producir quinoa y chícharo, especies ancestrales un tanto olvidadas en Atacama, que tienen un gran aporte de minerales y vitaminas para etapas de crecimiento en niños y jóvenes, y que está asociada también a varias costumbres de los valles de la región como la ancestral Trilla de Chícharo.
Leonel se dedica las labores más pesadas como el manejo de las vides, deshoje y abono orgánico junto a la cosecha de las uvas que viene en enero y febrero.
Agroecología y turismo
Lo principal para Cecilia es hacer lombricultura que es, según ellos, la materia prima para que todo su predio tenga “la fortaleza para que las frutas y verduras tengan la calidad que la gente merece comer”.
“Orientarnos a la agroecología ha sido para nosotros un pilar fundamental, porque decidimos rescatar algunas variedades ancestrales que se dan mejor acá en base a disminuir cargas de agroquímicos que a veces son muy invasivos. La gente se está cansando de comer productos sin sabor y color local, y eso es justamente lo que con mi marido estamos haciendo. Por ejemplo, toda la plantación de alcayotas que tenemos, la estamos generando con abono orgánico y la calidad de las mermeladas, creo yo, se debe a eso mismo”, señala esta agricultora familiar.
Cecilia y su marido están siendo apoyados por el Gobierno Regional a través del INDAP [16] para que instalen una sala de ventas, y así poder comercializar las mermeladas, quinoa y el chícharo, producidas gracias al programa de infraestructura rural. Ellos están muy decididos a entregar la mejor experiencia de turismo familiar en su predio.
“Queremos invitar a todos quienes desean pasar un momento único para que cosechen frutos con nosotros. Vengan a Alto del Carmen, porque nuestros productos son limpios y con identidad de valle”, indica Cecilia.
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