40 Millones Mensuales

40 Millones Mensuales

26 Junio 2008
Dinero, fama, juventud, deseos y Chile, el país de niños futbolistas. Por Álvaro Urrejola
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Por Alvaro Urrejola
Desde La oPiñón

Uno no sabe, no imagina, no intuye lo que debe ser para chico de población ganar, mensualmente, 40 millones de pesos. Uno tiene idea lo que debe ser para un moreno y pelo duro jugador de fútbol tener muchachas de cuerpos perfectos, rubias (artificiales y naturales, la ilusión es la misma) y deseadas por todos a sus pies. Es la locura, seguro. Piensen solamente que un futbolista, por muy bueno que sea, por mucho que siembre, su cosecha no será para siempre. A los 30 ya empieza su declive deportivo; por ende, su ocaso económico, mediático y, acaso, espiritual y mental también. Para ellos se trata de aprovechar algo que muy pocos mortales pueden aprovechar como sueñan: la juventud. La juventud tal y como el mito indica. Con plata, con estado físico, con fama, con la convicción de que el mundo nos pertenece. Con verdadero poder, lisa y llanamente. Son los nuevos rockstar de nuestra generación. Ídolos que trascienden edades, los que hacen despertar a una nación con la ilusa pero efectiva creencia de que un país es mejor si gana sus partidos.
Escuchan reggaetón, no rock. Se visten de zapatillas y les cuesta, sino no lo intentan, hablar el idioma del país que los buscó por sus dotes. Sus autos suelen ser despampanantes, qué sorpresa. Por lo general, deportivos o SUV que pesan más de dos toneladas y gastan acorde a ello. Seguramente no van a finos restaurantes, porque no se sentirían cómodos donde todos visten de chaqueta y zapatos de suela. Al momento de hablar, expresan pocas ideas, enredándose al tratar de comunicarse sin los modismos propios de jóvenes que en algunos casos no han llegado ni a segundo medio (caso de Gary Medel). Sus cortes de pelo son otro punto interesante. Se peinan a la moda europea popular, pero la que ya pasó hace cuatro años. Cuando les han exigido vestirse de corbata, han bromeado con eso de que se sienten como pingüinos. Uno se pregunta, ¿qué harán con esos millones mes a mes? Lo lógico sería administrarlos sabiamente en fondos, cuentas, bonos, qué se yo. Pero es un misterio.
El caso de Arturito es digno de imitar. Se ha llevado a vivir con él a sus compinches del barrio, iniciándolos en la vida europea para no sentirse tan solo. Y es que él ha reconocido que en Alemania no sale, no conoce, no habla, no baila, no pololea. Y es en Chile, su tierra que lo regalonea, donde se pone al día con los deseos del cabro pelusón, amigote y parrandero. Donde el reggeatón se escucha a todo chancho desde su Nissan 350 Z sin que nadie te mire feo.
Hay casos contrarios también. Muchos sientan cabeza a los 24, 25 años. Otros ya venían con pololas de chicos, las que pasan a ser señoras una vez que el futbolista ha empezado a ver frutos. Es el caso de David Pizarro, flamante hombre de familia, nostálgico de su gente, barrio, costumbres. Humildes. Honorables. También está Humberto Suazo, de quien se habla más de sus inicios sacrificados que de sus excentricidades presentes, que supongo las debe tener, pero no son tema. Casos donde se da mucho eso de llevarse al familión a vivir, medio encerrados, a países donde poco o nada conocen, donde viven las comodidades que nunca pudieron darse en su Chile natal. El Play Station es central, también el plasma y el equipo DVD. El computador es para chatear con lo que se dejó atrás, ver sus propias páginas web y leer los diarios del Chile añorado. Porque de qué sirve enterarse de cosas que están sucediendo en sus países de acogida, cuando no entienden, no están ellos en la portada o simplemente no entretienen.
Italia, México, Alemania, España, Inglaterra. ¿Recuerdan a Margas jugando Westham? No le gustó, nunca aprendió inglés y bajó los brazos porque para qué, si ya tenía plata con sus moteles, había conseguido un par de cosas en Colo Colo y bueno, de qué sirve tanta ambición deportiva cuando ya has logrado tanto en lo material y la familia, la familia tira, te extraña, está repartida por aquí y por allá. Y lo que uno quiere es quedarse en un lugar, ser parte de una comunidad que te reconozca, donde se pueda invitar a 20, 30 personas a un asado donde nada falte y todo sobre, incluido el cariño, los recuerdos, y el habla, sobre todo el habla, que es la forma más poderosa de sentirnos de un lugar y no de otro.
Es ahí donde los 40 millones mensuales tienen sentido, cuando la gota sudada rinde y uno se mira al espejo y dice: la hice.
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