Recuerdos y la película La Frontera

Recuerdos y la película La Frontera

07 Julio 2008
Entre dos butacas del tren y yo, dos chilenos. Entre dos butacas y yo, dos acentos latinos, que comentan La Frontera de Ricardo Larraín. Por Sergio Saavedra
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Por Sergio Saavedra
Entre dos butacas del tren y yo, dos chilenos. Entre dos butacas y yo, dos acentos latinos. Entre dos butacas y yo, los recuerdos nuevamente que se levantan y me miran a los ojos.
Alcanzo a oír su conversación, ellos han visto una película que buscaban hace años, la comentan y se emocionan, es “La Frontera” de Ricardo Larraín. Escucho pasajes de muchas escenas que están muy grabadas en mi memoria, y como tales los recuerdos son independientes, después de 18 años se disparan en mi cerebro evocando sabores, olores, melodías y rostros.
Evocando y recordando tiempos con protagonistas que quizás no lograron reencontrarse y cuyos caminos se alejaron irremediablemente; circunstancias incomprensibles, temores, comodidad, incomprensión y dolores de por medio. Y no hablo solamente de la película, que tiene todos esos elementos y más, hablo de una parte de mi vida que protagonicé, viviendo profundamente, superando todos los límites que algunos puedan imaginar de mí.
Esa vida tiene protagonistas, no sólo yo, sino muchos y muchas con los cuales ya no tengo contacto, con los cuales viví gratos y no tan gratos recuerdos. Quizás por mi manera de enfrentar el mundo, quizás por la manera de enfrentar el mundo ellos y ellas. En fin, parte de nuestro crecimiento, de nuestro desarrollo, de nuestra vida. Amigos y amigas con los cuales nos unieron profundos testimonios de vida, y que nunca pensé olvidarlos y no volver a verlos.
Uno nunca sabe por dónde irán nuestros pasos, uno nunca sabe hacia dónde irás en el nuevo viaje, uno nunca sabe hacia dónde dirigirás nuevamente la mirada construyendo nuevas fronteras para superarlas y volar nuevamente, y lo decimos siempre, aunque en esa época creíamos serlo, no somos inmortales.
Y el tiempo se encarga de curar las heridas, los malos recuerdos, y las circunstancias que provocaron algunas rupturas. Responsabilidad propia, responsabilidad de los otros y otras, qué importa, ya no tiene sentido mirar sólo el lado oscuro, cuando mucha luz iluminó nuestros rostros de risas, de lágrimas sinceras, de testimonios verdaderos, de vidas sintiendo cosas en común y creciendo; de experiencias que nunca volverán a repetirse y que fueron gratas, “marcadoras” e inolvidables.
Y como tales, esos recuerdos que me activa la memoria al escuchar de esa película “La Frontera”, vuelven y se exhiben en mi cerebro de manera tan clara, tan conmovedora. Me parece escuchar, sentir y revivir esas emociones, sentado en un cine de Santiago, con un montón de lágrimas acumuladas en la “guata” y en la cara, con toda la dictadura en la cabeza, con toda mi vida acumulada en mi alma queriendo salir; con toda mi vida marcada por esos tiempos. Me parece volver a recorrer Bellavista y beber cervezas de distintas marcas hasta hartarse y hablar y hablar, como nunca antes, como nunca lo había hecho. Fueron horas fugaces en medio de esos tiempos, que se iniciaban, que partían con muchas sonrisas y muchos anhelos.
Todo ello fue como un punto de inflexión que concluía una historia y comenzaba otra, sintiendo que comenzaba a vivir una nueva etapa de mi vida, sintiendo que estaba viviendo el cierre de una etapa.
Siempre que evoco ese tiempo, esa circunstancia, y esa película en especial, siento que está marcada por esos recuerdos notables, hermosos y sinceros para quienes fueron los protagonistas.
No acumulo ni culpas ni rencores, sólo expreso brazos abiertos para nuevos reencuentros y así los voy buscando, y abro los brazos a quienes quieran reencontrarse en esta nueva etapa, ya más maduros, ya mas viejos, ya mas sabios.
Bienvenidos y bienvenidas quienes quieran sentir este abrazo que supera a las distancias, al tiempo, a las circunstancias, al olvido.
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Imagen de Fernando Palma

Cuando evoco "La frontera",

Cuando evoco "La frontera", se me viene a la memoria cuando, en medio del maremoto, el buzo con su escafandra y mano alzada diciendo adios, sonriente camina al mar en busca de el hoyo que comunicaba a los dos oceanos y que hasta ahora no había podido hayar. La utopía está más allá de la tragedia, la tristeza se transforma en heroismo, la sabia inocencia de quien va en busca de lo imprescindible de la existencia nos conmueve. En esa época, nuestra existencia se revolcaba en tumbos de maremotos y no sabíamos por qué, por la edad joven o por la dictadura, pero nuestra frontera nos llevaba al límite de lo humano, a tal nivel que con pasmosa inocensia podríamos sentir el aroma del paraiso, como algo cotidiano. Hoy la vida no nos pide tanto, pero macerado y adherido a nuestras almas está ese manso y tímido heroismo encanesido.

Imagen de Marce Mercado

Te abrazo, querido, desde el

Te abrazo, querido, desde el otro rincón del mundo....

y una necesita re tanto a los amigos brillantes y brillosos... lustrosos así como tú....

Somos invencibles... inmortales...insuperables...