El IPC de la Discordia

El IPC de la Discordia

04 Agosto 2008
Gran expectación ha causado en los diversos estamentos económicos, el efecto negativo que tienen las variables indicadoras del IPC mensual en la marcha económica del país. Por Hugo Pérez White
Hugo Pérez White >
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Gran expectación ha causado en los diversos estamentos económicos, el efecto negativo que tienen las variables indicadoras del IPC mensual, en la marcha económica del país, considerando que cualquier aumento de la inflación influye negativamente, según los expertos, en una disminución real del poder adquisitivo, afectando notoriamente el precio de los artículos de primera necesidad y los servicios básicos, como la movilización, consumo eléctrico, gas licuado, parafina y otros insumos de vital importancia para la vida familiar.
La leche es un alimento indispensable en los hogares donde los niños son la preocupación prioritaria de un pueblo y permite formar hombres y mujeres en condiciones óptimas para trabajar con energía, con las vitaminas almacenadas desde su infancia, protegidos por este blanco producto.
Las madres están inquietas porque este producto se les está yendo de las manos por el alza producida en el mercado, lo mismo sucede con el arroz que es plato indispensable para complementar la merienda y el consabido pan, alimento insustituible en todo hogar, por muy modesto que éste sea en la pirámide de ingresos, que estatifica la condición social.
Las frutas y verduras también están brillando con luz propia en esta escalada alcista y cada vez más se alejan de nuestro paladar y por ende las vitaminas que ellas contienen se van evaporando.
La clase media que aún subsiste en esta vorágine consumista, reclama cada vez que los combustibles le aprietan su billetera que cada día está quedando más escuálida como lo están sintiendo en carne propia los miles de jubilados que en silencio lloran sus amarguras.
Ellos son los únicos que no tienen poder para negociar colectiva ni individualmente, no pueden obstruir las carreteras para impedir el tránsito normal de los vehículos, tampoco pueden quemar y destruir buses, camiones, vitrinas, bancos ni semáforos.
Como en los cuentos de hadas, sólo podemos recordar que hubo una vez un jubilado que creyendo que los huevos eran armas convincentes, los lanzaba como proyectiles a las autoridades, pensando que la potencia de los ovoides iban a sensibilizar a los guardianes del erario nacional, y el aumento de sus modestas rentas mensuales iban a crecer al ritmo que los precios lo hacen día a día.
Eso que algunos llaman “sueldo” sigue ahí, estancado en el baúl de los recuerdos, esperando que su hada madrina con su varita mágica que todo lo transforma, haga brillar las estrellas emanadas desde su frágil báculo y que en círculos juguetones se diluyan en el aire y conviertan las nubes en pan, la lluvia en leche y el viento en esperanza de una vida mejor.
Foto: hique
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