El Legado de las Escuelas Normales

Doce años tenía cuando ingresé a la Escuela Normal de Valdivia como alumno regular junto a un selecto grupo de niños provenientes de distintos lugares de la zona sur que habíamos sido seleccionados mediante exámenes individuales rendidos ante una comisión de profesores de las Escuelas Normales designada ex profeso, para empezar a vivir una nueva experiencia educacional dirigida a lograr ser maestros.
Fueron seis hermosos años donde la Escuela Normal fue nuestro hogar, donde la rígida disciplina nos enseñó desde niño a ser hombres en el amplio sentido de la palabra y la convivencia diaria con compañeros de cursos superiores, nos entregaron enseñanzas pragmáticas que contribuyeron a ver con más claridad, el horizonte profesional que nos esperaba a futuro.
Ya se practicaban en esa época el bautizo a los alumnos nuevos, al estilo universitario de hoy y debíamos pasar duras pruebas que los alumnos del último curso realizaban emulando ser profesores y a los que, con la inocencia de la edad, nos sometíamos sin oponer resistencia.
Se denominaban “carneros” a los que ingresaban al primer año de la Escuela Normal, equivalente a los “mechones” de las universidades actuales, cuyas bromas eran menos violentas y en ningún caso degradantes.
De ella salieron destacados maestros que incursionaron en otras disciplinas del saber y llenaron de luz los círculos literarios y las academias científicas.

El deporte eligió a sus mejores hombres y mujeres de las aulas normalistas y la música atrapó a grandes concertistas.

Todo este bagaje cultural se lo debemos a las ya desaparecidas Escuelas Normales, las cuales tuvieron su inspiración pedagógica en Europa, específicamente de Prusia y de ahí vino la disciplina y formación de valores, constituyéndose en una política educacional revolucionaria para la época, cuya trayectoria estuvo coronada de éxitos pedagógicos, empezando por la formación de profesionales idóneos, comprometidos con la sociedad y sus aulas fueron el crisol donde se fundieron las más avanzadas técnicas pedagógicas.
Estas escuelas funcionaron desde el año 1842, hasta el año 1974 en que fueron cerradas definitivamente.
Fueron las instituciones educacionales encargadas de la formación y capacitación de los profesores, que en un principio se denominaron “preceptores” y más adelante se llamaron “normalistas”.
La creación de la primera Escuela Normal en Chile fue obra de Manuel Bulnes Prieto, entonces presidente de la República y posteriormente a este acontecimiento histórico, empieza un período de expansión y se crean Escuelas Normales a lo largo de todo el país.
Foto: silence
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