Cambios Educacionales

26 Septiembre 2008
Está bajando la calidad de la educación y qué pena da verificar en los hechos, esta cruda realidad. Es necesario rectificar los errores cometidos, tomar conciencia que es necesario proyectar objetivos a mediano y largo plazo. Por H. Pérez White
Hugo Pérez White >
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El tiempo ha demostrado que se han producido cambios profundos en el proceso pedagógico de nuestros hijos en su paso por las aulas escolares, que no auguran un buen pronóstico.
El respeto mutuo que debe existir entre alumnos, profesores y apoderados, se ha deteriorado en tal forma que ya es difícil controlar, debido al ingreso a las aulas de la droga, el alcohol, armas blancas y de fuego en algunas ocasiones, produciéndose la violencia descontrolada e imprevisible que está rompiendo todos los esquemas pedagógicos orientados a formar alumnos con valores morales, sociales que le permitan en el futuro integrarse plenamente a una sociedad realmente democrática en el buen sentido de la palabra.
Está bajando la calidad de la educación y qué pena da verificar en los hechos, esta cruda realidad.
Cualquiera que sean los factores que influyen en la decadencia pedagógica, es necesario rectificar los errores cometidos, tomar conciencia que es necesario proyectar objetivos a mediano y largo plazo, porque aún es tiempo de enmendar ya que mañana será demasiado tarde.
Han habido en las salas de clases hechos desconcertantes y desagradables a la vez, que se producen en la relación alumno, profesor, apoderados y nunca pensamos que sería una actitud constante y reiterativa en la vida estudiantil.
Esta falta de respeto a la jerarquía constituida en una sociedad y asignada en mérito a la capacidad académica de los profesores para formar niños y jóvenes con valores positivos, está siendo quebrantada abruptamente con la demostración pública de violencia reprimida y que se está incubando abiertamente en las conductas sociales de nuestros niños.
Esta señal de alerta hay que tomarla en serio y nos obliga a buscar una mejor convivencia en las escuelas o liceos para mejorar las relaciones interpersonales.
Cuarenta y cinco alumnos en una sala de clases, no es el número ni la forma más adecuada para garantizar calidad, paz y armonía, por lo tanto sería una medida aceptable bajar el número de alumnos por curso y así el proceso pedagógico se tornaría más alentador, en cuanto a resultados.
Dictar cátedra a tantos alumnos en una sala de clases, mantener la disciplina y concitar su atención, es tarea abrumadora y el profesor termina su jornada agotado física y mentalmente.
Los profesores hacen lo imposible, por realizar su trabajo más ameno, eficiente y motivador, pero, los alumnos están en otra actitud que no es la más apta para hacer la clase más fructífera y provechosa desde el punto de vista académico por la desconcentración mental que producen los distractores mencionados.
FOTO: orianomada
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