Da lo mismo que el Presidente de la República se equivoque, como asimismo si la responsabilidad de dichos errores recaen en el equipo de asesores, en los ministros o en su ventilada terquedad a la hora de aceptar consejos de terceros, siempre y cuando sus actuaciones respeten la investidura que lo (se supone) diferencia del resto de los mortales. 

Simple y breve: La Presidencia de Chile es más que el Presidente de Chile. 

No se trata de ser serio y fome, pero, de nuevo, la institución presidencial es por definición (legal y divina) más que la persona que la ejerce y ello conlleva ciertas reglas de conducta que, a mi juicio, deberían respetarse. 

Dicho esto y considerando nuestras más básicas costumbres republicanas, me cuesta creer que a los moradores del Palacio de La Moneda no se les mueva un pelo al ver que el Jefe de Estado siga actuando como si aún estuviese en una competencia electoral. Si, porque además de Jefe de Gobierno, recuerden, es Jefe de Estado. 

¿Se imaginan a Milton Juica, Presidente de la Corte Suprema, cantando Karaoke al visitar un tribunal en Concepción?. ¿O a los presidentes de la cámara alta y baja (Pizarro y Sepúlveda) bailando reggaeton antes de comenzar una sesión en el Congreso?. Bueno, la pregunta puede parecer provocativa, pero si evitan reaccionar a lo tentador y se concentran en masticar dos segundos el fundamento, se darán cuenta que la responsabilidad pública del cargo amerita darle una vuelta más seria al asunto. 

Ejemplos sobran para analizar. Por estos días he visto como algunos alharacos roban cámaras y micrófonos quejándose porque le han faltado el respeto al Presidente. Que Marcelo Bielsa fue un roto al intentar pasar de largo en una ceremonia, que los familiares de los detenidos desaparecidos se pasaron de la raya después de una reunión en La Moneda o, ayer mismo, que la imitación de Stefan Kramer fue humillante. Puede que algunos vean elementos en estos acontecimientos que rayen en la insolencia, pero también es cierto que estas descortesías son el resultado de una equivocada estrategia de aproximación del ciudadano Piñera a las personas de a pie y que, ahora como Presidente, continúa fomentando. Claro, no lo justifica, pero ciertamente lo alimenta. 

Vuelvo al inicio e insisto en que no me importa de quién es la culpa de estos descuidos. Lo que interesa es que dichos errores, por evidentes que son, no se corrigen y peor aún, parece que se acentúan. Si hasta me imagino la exaltación en los desayunos de los periodistas que cubren la presidencia. ¿Con qué cuña saldrá el jefe hoy?. Si no es el "negro" gritando desde el patio de los naranjos, por ahí se repite algo como el "improvisado" discurso de Pinto Durán. No, parece que la cosa se viene por Twitter. 

Uno tras otro, los errores comunicacionales del Gobierno le restan protagonismo a los acontecimientos realmente importantes que, quizás, deberían tomarse la sobremesa del chileno. Lo más triste del asunto es que, a pesar de las cientos de ventajas que esto representa para la nueva oposición, ciegos y aturdidos pisan el palito y salen a amplificar la neblina. 

Admito, con el respeto que me merece la persona y, por cierto, el dolor de un infame conservador, que don Sebastián Piñera podrá ser el Presidente de Chile, pero lamentablemente, hoy, lo veo lejos de ser percibido como "su excelencia". 

Si pensaron que el respeto vendría pegado al voto, pues se equivocaron. Son nuestros actos y sus consecuencias las que construyen nuestra imagen pública. Credibilidad, admiración, cariño... cierto, hay cosas que vienen con el cargo, pero no todas. ¿Se entiende?. 

Un saludo enorme a todas y todos. Recuerden dejar sus comentarios y, si son tan amables, recomienden esta bazofia a sus amistades. Que tenga un excelente día.