En esa fresca mañana del 31 de marzo de 2007, recuerdo claramente estar sentado como uno más en un congreso convocado por la Central General de Trabajadores CGT Argentina (Homóloga de la CUT chilena), en su capital Buenos Aires y pasaron pocos minutos de espera para mi primera sorpresa. Es que en primera instancia rompe el silencio el Ministro del Trabajo, Empleo y Seguridad Social del hermano gobierno, señor Carlos Tomada, quien parte diciendo: “Hoy hemos dado un fuerte golpe al neoliberalismo” para luego agregar, “el sueño de erradicar las AFJP (AFP nuestras) está cerca”, ya que a partir de esa fecha, los argentinos y de -manera voluntaria-, podían volver con sus fondos previsionales a las Cajas de Repartición del Estado Trasandino (INP chilensis).
Claro, después de doce años de vigencia, las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), habían demostrado las mismas imperfecciones e ineficacias que las AFP chilenas, pero la fuerza e influencia del sindicalismo argentino, más el apoyo de muchos parlamentarios del otro lado de la cordillera, posibilitaron la aprobación de la ley que flexibilizaba la opción de los trabajadores y trabajadoras, en orden a elegir libremente a la entidad que mejor administrara sus ahorros.
Pero de sorpresa paso a una rara mezcla de impotencia, desazón y mucha alegría, puesto que el martes 21 de octubre de 2008, la presidenta Cristina Kirchner, anunció fuertemente la decisión de estatizar los fondos previsionales, actualmente administrados por privados y sujetos a millonarias pérdidas, las cuales se venían arrastrando inclusive antes de la bullada crisis financiera que; “no vino más que acentuar” dicho detrimento alcanzando una caída aproximada al 40% de los ahorros para la ansiada jubilación de millones de ciudadanos argentinos.
Pero nuestra realidad en cuanto a pérdidas de nuestros ahorros para la vejez no es distinta. De hecho, las AFP anunciaron una disminución de los fondos de todos los chilenos en 16 mil millones de dólares, en sólo un año, lo que representa casi la mitad del Presupuesto Nacional.
Pero lo que si es diferente, es nuestra escasa o nula reacción. En efecto, “esto no tiene nombre”, es evidente la falta de interés parlamentaria, respecto a asumir la situación con la prioridad, sensatez y celeridad que merece el tema, al contrario y hace sólo unos pocos meses atrás, rechazaron la posibilidad de una AFP estatal, aún cuando reconocían la inestabilidad de las inversiones puestas en el mercado internacional.
¡Claro! eso afecta sólo a los trabajadores y no al empresariado, por lo tanto no reviste mucha importancia.
Según estudios, las AFP se llevan globalmente, -ni más ni menos- que el 23% de nuestras cotizaciones previsionales para administrar el sistema (Superintendencia AFP y Banco Central). Porcentaje que resulta en entero contraste con la comisión que cobraban las antiguas Cajas de Previsión chilenas, como por ejemplo; La Caja de Empleados Particulares, creada en 1952 por la Ley 10.475, en su artículo 2 establecía que; sólo el 3,5% del fondo se debía destinar a la administración del sistema.
Esta Caja y debido a la falta de tecnología computacional, entre otras falencias técnicas, debía administrar casi enteramente manual, todas las cuentas individuales de cesantía, previsión, de préstamos, de retiro de fondos previsionales, de indemnización por año de servicios, etc. y que todas esas cuentas individuales, además se reajustaran y generaran intereses. Sin embargo y a pesar de ese enorme trabajo, bastaba con sólo el 3,5% del fondo para financiar holgadamente la administración del sistema.
Hoy y, a pesar del enorme progreso técnico y electrónico las AFP cobran casi seis veces más de lo que exigía el antiguo sistema, lo que resulta un evidente robo de las cotizaciones de millones de chilenos que esperan sumisos y esperanzados que; por una parte, el sistema cumpla sus promesas de lanzamiento y por otra, que el gobierno y las cámaras velen por su seguridad.
Hasta aquí -ni uno ni lo otro ha sucedido-, por cuanto la Federación Minera de Chile, llama a los trabajadores de este país a no creer en falsas promesas y solicita a los trabajadores a cambiar sus ahorros al fondo más seguro posible, independientemente de su edad o sexo, puesto que la crisis de la cual tanto se habla, seguramente la pagaremos los trabajadores.
Foto: gerardo_donoso
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