En los pasados debates entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, llamó mucho la atención que en las intervenciones de ambos candidatos, para graficar ciertas citaciones, lo hacían recurriendo a cual sería el impacto que tal o cual medida tendría en un señor llamado Joe, the Plumber, Joe el plomero o Joe el gásfiter como le llamaríamos en Chile.
Algunos medios en nuestro país, quisieron explicar este ejemplo de los candidatos norteamericanos con el símil que ocurriría en nuestro país cuando los políticos o las autoridades explican como afectará alguna medida o política a la señora Juanita.
Creo que es un error identificar a Joe el gásfiter norteamericano con nuestra señora Juanita, es más, creo que la utilización de ambos ejemplos nos muestra la enorme diferencia que existe en la visión de cual debe ser la orientación de las políticas públicas en cada uno de los países.
Cuando los políticos norteamericanos se refieren a Joe el gásfiter, se están refiriendo a un pequeño empresario, y como las medidas que adopte el Gobierno afectarán su desarrollo, si le ayudarán a crecer con su empresa, si podrá sostener una familia con su propia actividad empresarial, y sostener me refiero no sólo a poder alimentar y vestir a su familia, sino también a tener acceso a una vivienda, a salud y educación, insisto con su propio esfuerzo y trabajo.
Cuando en nuestro país, algún político o autoridad se refiere a la señora Juanita, utiliza su ejemplo, para señalar, como el Estado o Gobierno, por medio de políticas públicas asistenciales, logra que esta señora acceda a salud, educación y vivienda o a una pensión.
Son dos visiones muy distintas de orientar el trabajo del Gobierno, en uno, se piensa que el Estado, debe generar las condiciones para que cada persona, con su trabajo pueda acceder a las mejores condiciones de vida posible, en el otro, se piensa que el Gobierno debe solucionar los problemas carenciales de las personas por medio de políticas asistencialistas.
Un ejemplo práctico de que resulta de esas dos visiones tan distintas de pensar se observa en un estudio elaborado por la Universidad del Desarrollo y el Ronald Coase Institute, y que refleja importantes desventajas de nuestras empresas en relación con aquellas con las que está obligada a competir en un contexto de globalización del comercio.
Los resultados del estudio muestran que las empresas chilenas deben asumir costos equivalentes al 8% del PIB per cápita para crear una empresa y tardan más de un mes en cumplir los 8 procedimientos requeridos. Sin embargo, en los Estados Unidos, el costo es de tan sólo 0,6% del Producto Nacional Bruto per cápita (que sin ser igual al PIB, es comparable), y los dos pasos para crear una empresa se realizan en 3 días.
En general en e estudio se concluye que comparado con países con los que Chile actualmente comercia, las condiciones de apertura de una empresa son desfavorables en nuestro país.
La posición de Chile también se ve disminuida al ser comparada con Australia, Canadá, China, Nueva Zelanda y Finlandia.
El fondo del problema es si creemos que efectivamente la pobreza y las enormes carencias de gran parte de la sociedad se resuelven con una concepción del Gobierno como un ente facilitador del desarrollo económico productivo o con un Gobierno que se preocupe de políticas sociales efectivas que permitan a las personas de menores ingresos satisfacer sus necesidades básicas de vivienda, educación y salud.
Creo que en la pregunta anterior, se encierran las actuales nombradas por algunos, “dos almas de la Concertación”.
Foto: Douglas Vásquez Vides
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