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[Opinión] Ciencia y desarrollo: Cuando están ideologizados es destructivo

20 Septiembre 2017

En una sociedad como la chilena, donde los intereses creados se confunden constantemente con el discurso del bien general, se hace aun más necesario evitar a toda costa tal combinación y la única manera de hacerlo, es generando un cambio en la perspectiva con que lidiamos con el modelo.

Andrés Gillmore... >
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"Cuando mezclamos ciencia, tecnología con ignorancia y poder, tarde o temprano terminará por destruirnos. Si las personas que tienen poder de decisión no saben de ciencia y tecnología, estamos ante una bomba de tiempo. La ciencia es mucho más que conocimiento; es una forma de pensar y comprender la factibilidad humana, que permite reconocer lo verdadero de lo falso. De no ser así, estamos a merced de charlatanes". (Carl Sagan).

La reflexión que hizo el renombrado científico a nivel mundial, nos enfrenta a una realidad que puede ser avasallante si no tenemos la capacidad de ver más allá o de predecir como corresponde lo que vendrá y tener la capacidad de proyectar la sustentabilidad en las diferentes actividades productivas que se realizan en el país. En una sociedad como la chilena, donde los intereses creados se confunden constantemente con el discurso del bien general, se hace aun más necesario evitar a toda costa tal combinación y la única manera de hacerlo, es generando un cambio en la perspectiva con que lidiamos con el modelo de desarrollo y buscamos la ansiada sustentabilidad.

El objetivo no puede ser otro, que transformar los protocolos de producción y consumo a niveles reales. Estudios del cual poco se sabe, demuestran que Chile ha excedido con creces la capacidad de carga de la mayoría de los ecosistemas intervenidos por las actividades productivas y que su uso debe redefinirse urgentemente en la relación del modelo con la naturaleza. El neoliberalismo que intervino el país con formatos extractivistas en la industria forestal, hidráulica y salmonera, en años en que el tema energético no era trascendental y donde el cambio climático eran meras suposiciones, debe ser reformulado para no seguir desarrollando modelos del pasado en el mundo del futuro.

La alerta de la crisis del cambio climático y el calentamiento global surgió en 1970 y fue dada por el Club de Roma (organización no gubernamental) por medio de un informe que titularon “Los límites del Crecimiento” informando que si continuaban con la teoría del crecimiento a cualquier costo, los índices de contaminación ambiental produciría con el tiempo el agotamiento sistemático de los recursos naturales y traería serias y profundas implicaciones medioambientales y no haría distinción entre países desarrollados o subdesarrollados.

El consumo responsable debe dejar de ser un concepto de expertos y ser responsabilidad ciudadanía también. En la actualidad los consumidores rurales y urbanos deben tener conciencia que los hábitos impuestos por la economía de mercado, tienen impactos y repercusiones en el medio ambiente y en la sociedad. La eliminación de los CFCs 1 de los aerosoles y de los sistemas de refrigeración, la difusión del etiquetado energético, la extensión de sistemas de recogida, reciclado de envases y el no a las bolsas plásticas, ha sido posible gracias a la toma de conciencia del mundo ciudadano, que entendió que el impacto ambiental asociado al consumo es real y ha exigido una redefinición por sus implicaciones negativas. Lamentablemente esa conciencia ciudadana no se ha extrapolado en la forma en cómo se están haciendo las actividades extractivas, carentes de estrategias que delimiten los protocolos de extracción, en los desarrollos de la industria pesquera, minera, forestal y en la forma en que la salmonicultura esta interviniendo el mar y los lagos.

Existe información científica que confirma que la relación entre producción, consumo, medioambiente, desarrollo y sustentabilidad están muy unidas tanto para bien o para mal, pero continúan existiendo barreras que no permiten que los consumidores pasen de la preocupación a la acción y puedan cuestionar los comportamientos empresariales y gubernamentales en forma legal y efectiva, con consultas vinculantes ante procesos extractivos que demuestren insustentabilidad. Si a eso le sumamos la pésima representación ciudadana en el congreso, intervenido por los intereses corporativos, nos hace ver que si no tomamos los recaudos se complica la proyección de futuro.

Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto, que en teoría limito las emisiones de gases de efecto invernadero (CO2) la contabilización de las emisiones se transformo en un proceso de defensa de los intereses de las grandes corporaciones y crearon la denominación “perspectiva de producción” que contabiliza las emisiones generadas, independientemente del destino de las emisiones. Si en un determinado territorio se produce electricidad para ser exportada, las emisiones se contabilizarán en el lugar donde se produce, sin tomar en cuenta que será consumida en otro territorio. Si un país consume electricidad importada, las emisiones de carbono no se contabilizan como propias.

Nada puede ser más cierto: que cuando mezclamos ciencia y tecnología con ignorancia ideológica y poder de decisión, tarde o temprano terminará destruyéndonos.

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