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03 Agosto 2020

Hoy y de alguna u otra forma somos conscientes de lo mucho que le debemos a nuestras estudiantes, a nuestras semidiosas encapuchadas, algunas hasta con larvas a cuestas, nos regalaron este pedacito del panal.

Germán Stieches >
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Por Germán Stieches. Poetisa.

Suelo ser muy pesimista a la hora de pensar en los problemas del país o incluso de la sociedad en la que habito; mi barrio, la comuna, la región, mis círculos de trabajo, mi círculo de amistades y sin embargo y frente al parche capitalista del diez por ciento, como buena abeja me siento gratamente premiada por esta importante ayuda conseguida en última instancia por cierta parte de la clase política dirigente.

Ahora, me sorprendo en retrospectiva y la semana pasada me puse tetas, labios, me arreglé los dientes, puse el pie para una casa, compré cámaras, trípodes, luces, un pc nuevo y viajé a Santiago, a Buenos Aires y a alguna parte de Perú. Todo cuánto soñamos las abejitas embriagadas por los ceros.

Como queriendo aferrarme a algo que hasta ahora nunca me importó. Planeando algo brillante quizás y satisfaciendo momentáneamente alguna necesidad, porque tampoco estamos tan locas como para no recordar que esto es efímero, es un vistazo de eso que en algunos países llaman modelo de bienestar.

Creo horriblemente en un futuro donde las brechas sociales, virtuales y económicas se irán ampliando enormemente, así como la paradoja: como especie somos capaces de enviar robots a Marte en búsqueda de agua, mientras en países de nuestra tierra hay personas que mueren de sed. Y sin asco. Es de conocimiento general, tan arraigado al crecimiento mismo de nuestro bulbo raquídeo como que hay niños en África que no tienen para comer.

Somos pueblos totalmente engañados una y otra vez por la historia y por los terratenientes criollos que vieron cómo beneficiarse de nuestro pesimismo, de nuestra contemplativa forma de ver cómo se mueren personas de hambre, de sed, de una infinidad de carencias, violentadas por esta sociedad, una versión mejorada del esclavismo romano. Aun así y sabiendo que la policía somos en conjunto todas las abejitas. Hubo abejas, grandes semidiosas anónimas que se levantaron frente a toda barrera. Se tomaron las calles, algunas perdieron un ojo, otras la vista completa, algunas la vida.
Se tomaron las calles, conscientes que no tenían nada por perder sino mucho qué ganar.

Hoy y de alguna u otra forma estamos todas con las manos en la miel, todas en este sorprendente giro de la trama.
Ya no podemos dar un paso atrás, la suerte está echada. Queriendo o no, el siemple hecho de volver el diez por ciento de lo que muchas consideraron un tributo perdido en nombre de la colmena, servirá para convertir hasta a la más cauta y pesimista transformarse en un factor social más, en una generadora de cambios, de un pequeño zumbido que genera calor.

Hoy y de alguna u otra forma somos conscientes de lo mucho que le debemos a nuestras estudiantes, a nuestras semidiosas encapuchadas, algunas hasta con larvas a cuestas, nos regalaron este pedacito del panal, este trocito dulce del producto de mucho trabajo, de muchas luchas personales, políticas, espituales, éticas, sociales.

No soy buena para hacer cálculos, y aunque mi dinero fue puesto en esa afp hace mucho tiempo, a mí nadie me devolverá lo mucho que trabajaron y generaron recursos y deudas y créditos. No quiero ni siquiera pensar mucho en ello, pero existe una idea clara y luminosa, concreta, tangente, estamos en el camino correcto. Este sistema no podía empeorar más, los pueblos de este borde sobresaliente de la placa estamos hartas, no queremos más afp, no queremos más 7 familias, no queremos más que la reina lleve de viaje con nuestra miel a su hijo a hacer negocios en China, no queremos más un estado femicida, gerontocida, travesticida, homocida, ecocida, infanticida, que obliga a las discapacitadas a posar junto a don francisco por unas limosnas, que roba las tierras y asesina a quienes nos criaron, no queremos más senadoras designadas, el agua privada, la minería extranjera y al primo del presidente comiendo paté de huemul cazado en noche de luna llena en el Palacio de La Moneda, ni a nuestras autoridades más cercanas acusadas de hacer tratos con la mafia. Este no es el diez por ciento de nuestra pensión, es el diez por ciento de nuestra revolución.
Por nuestras madres y ancianas, por nuestras caídas y por las que no saben caminar...

Vamos por el 90% restante.

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