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Salud mental, violencia y exclusión escolar: las urgencias de la niñez en pandemia

22 Octubre 2020

Actualmente, los problemas que han afectado a la niñez y adolescencia por la pandemia son diversos, pero estos tres se repiten constantemente.

América Solidaria >
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Dicen que el virus no discrimina, que ataca por igual, pero las consecuencias que tiene en las personas sí. Esos efectos son implacables con quienes viven la pobreza y la exclusión, especialmente en los niños, niñas y adolescentes.

Cuando recién comenzó la pandemia, se intuía. Prácticamente, la totalidad de las organizaciones con las que trabajaba la ONG América Solidaria  —a lo largo de Chile, en El Salvador, en Bolivia, y en tantos otros rincones de América— aseguraban que el panorama era desolador: las familias no estaban teniendo ingresos, los niños y niñas no podían acceder a las clases por falta de conexión, la violencia aumentaba. Y los datos, a seis meses de iniciada la crisis sanitaria que hemos enfrentado en los últimos 100 años, dieron la razón. 

De acuerdo a la encuesta que realizó la organización continental especializada en niñez —llamada “Pandemia y trabajo con niñez y adolescencia”—, que surge de la necesidad de conocer concretamente los efectos que ha tenido la actual crisis social y sanitaria del COVID-19 en las organizaciones que trabajan con la niñez, la situación de la niñez en Chile es preocupante: el 49% de las organizaciones de la sociedad civil dicen trabajar con más beneficiarios que antes de la pandemia y sólo el 18% lo hace con menos niños, niñas y adolescentes. 

Actualmente, los problemas que han afectado a la niñez y adolescencia por la pandemia  son diversos, pero tres se repiten constantemente: salud mental, violencia y exclusión escolar. 

Los datos son así: un 70% de las organizaciones consultadas asegura que la salud mental de los niños, niñas y adolescentes es uno de los principales efectos de la pandemia. Un 64% percibe que aumentará el rezago escolar, y el mismo número cree que la violencia contra la niñez y adolescencia ha sido una constante en este encierro. También aparece, aunque en menor medida, preocaupación sobre la seguridad alimentaria —un 30% asegura que empeoró— y el trabajo infantil, donde un 15% de las organizaciones afirma que aumentó.

Las necesidades que surgieron en las familias son claras y casi la totalidad de ellas se rige por la falta de acceso a bienes o servicios: un 88% de las organizaciones dice que los niños, niñas y adolescentes no tenían conexión a internet en sus casas; el 84% no tenía acceso a bienes básicos; un 78% no podía acceder a atención de salud mental y un 64% asegura que había dificultad para contar con aparatos electrónicos. 

—Ante ese escenario, y al igual que en muchas otras organizaciones, adaptamos nuestro trabajo para llegar a más niños, niñas y adolescentes. Por eso creamos un voluntariado de emergencia, de cuatro meses y con voluntarios nacionales, enfocado sólo en apoyar a organizaciones que trabajen directamente en los efectos de la pandemia en la niñez —explica Magdalena Valdés, directora ejecutiva de América Solidaria Chile, y agrega: —Estos resultados nos permiten dilucidar dónde estarán nuestros esfuerzos el próximo año, apoyando programas que traten directamente temas de maltrato y violencia, como también de rezago y exclusión escolar, con el fin de disminuir las consecuencias de la crisis en los niños, niñas y adolescentes en Chile.

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