Atorrantes, rascas y picantes

Atorrantes, rascas y picantes

24 Julio 2020

Y ahora, Pérez, que chucha harás, cuando veas a los ritos y rotas con su bonito de 10% en los bolsillos...

Danilo Pedamonte >
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Acabo de leer la columna de Ermogenes, ese tal que lleva años mirando los racontos de webadas pirulas del pasado chileno. Ese Ermogenes, enclaustrado en el buen gusto lejano que quienes pelan el ajo en la vulgar Pobla que tanto le asquea. Ese Ermogenes, que bailo vals y cubata cosa fifi pa la época de los chicagos boys, y hoy más que nunca añora o desea o sueña.  Ay Ermogenes, estay perdido en los aromas de ese Paris de barrio alto, en ese Manhattan mentiroso y lleno cositas lindas. Yo, en lo personal te veo que estay perdio en el exilio de tu general ya enterrao, perdió en los cafés con la doña, perdió en los valles Elíseos de una aristocracia que te dejo batao en este atorrante país.

Tanta patraña en párrafos de humo, tanta cosa loca en la mente de un títere chi-chi, que vive jugando en las nubes imaginarias de algún tipo de pago a que no es este, ni lo será. Pa mí, que este Pérez, sí, de común apellido aún ve tras su ventana desfiles de hombres grises corriendo a la aspirocional vida ya colapsada, a esa chuteria tonta acabada, a esa locura de afán que no es más que, lo que es, una locura que hoy se desplomó en todo el mundo.

Ay, Pérez, Pérez... Leí tu columna, con tus ganas de muerte que no te llega, con tu aire de por favor sáqueme de aquí, con tu necesidad de ayuda, con tu tristeza sideral que empaña los populares barrios pituquines de tu che Santiago querido. Y ahora, Pérez, que chucha harás, cuando veas a los ritos y rotas con su bonito de 10% en los bolsillos, dime pues hombre, que dirás cuando la chusma se amontone comprando webadas, qwebadas qué tal vez no ocupen, pero qué más da, ya no importa, total ya nadie sabe nada de mañana, ni de pasado mañana, a lo más, con suerte lo único claro, que hay comer, ver tele, vestirse, y sería. Así no más poh Pérez, tu Chile ha vuelto a ser penca, con olor a sopaipillas con pebre, con aroma a fritanga de harto aceite, con perfume de réplica, con aires de webadas pencas, pero al final de toda tu triste reflexión de cada uno y una, nunca dijiste que ese pueble que tanto te asquea, no le ha robado nada a nadie, no menos a vo, ni a tus barrios bonitos que tanto miras detrás de tu ventana.