¿Cómo abordar el conflicto en torno a la PSU?

15 Enero 2020

Variadas críticas han hecho colapsar el sistema único de selección del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH). En medio de la crisis, surgen posibles soluciones para corregir las deficiencias y mejorar el sistema.

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Como un hecho inédito, y a consecuencia del estallido social, la PSU fue pospuesta en dos oportunidades, siendo este pasado lunes 6 de enero la fecha en que finalmente los más de 290 mil inscritos darían la Prueba de Selección Universitaria.

Sin embargo, el descontento de los estudiantes hacia este sistema hizo que múltiples protestas y luego la filtración de uno de los exámenes dieran como resultado que finalmente se suspendiera. Si bien se trata de un conflicto que afecta al método de selección hace años, es ahora cuando deben surgir las soluciones que permitan avanzar en esta materia.

PRINCIPAL CRÍTICA

La principal crítica a la PSU, operativa desde 2004 por el CRUCH, es que se trata de un sistema único que ha logrado instituir la desigualdad, “entendiendo que filtra por elementos que se asocian a condicionantes sociales imposibles de aislar en esta medición y que fomenta las brechas sociales dejando en clara desventaja a aquellos estudiantes que acceden a rendir la prueba con falta de insumos de base”, explica Marcelo Arriagada, jefe de la Consultora Ziemax.

En la misma línea, el profesional indica que ya en 2005 un informe internacional (Informe ETS, en manos de la Universidad de Chile) indicaba los sesgos curriculares que existían en la prueba. “La PSU como método único de selección es esencialmente segregador, ya que asegura que las personas que ingresan a las universidades a través de este medio sean quienes han tenido condiciones socio económicas favorables, lo que fue señalado en el informe Pearson del año 2013, y además reafirma la brecha social desfavorable hacia liceos que no imparten enseñanza científico-humanista, sectores rurales y más vulnerables”, puntualiza.

Frente a esta realidad, tanto la opinión pública como los expertos en Educación han insistido en la necesidad de un cambio de paradigma que asegure un proceso de ingreso a las universidades más eficiente. “El foco implica incorporar otros procesos distintos como la medición de interés y expectativas, en miras del futuro de cada postulante, y de medición del proceso escolar, que marca la pauta acerca de logros y orientaciones. Lo que ha quedado claro es que un test único como el actual, con el peso ponderado que tiene para filtrar el acceso, sólo cumple con filtrar, pero no con promover el acceso, ni menos con proyectar permanencia”, señala Arriagada.