El legado del maestro Morricone, uno de los mejores autores del siglo XX

El legado del maestro Morricone, uno de los mejores autores del siglo XX

07 Julio 2020

54 años de carrera y cerca de 500 bandas sonoras entre largos y cortometrajes avalan la trayectoria de un hombre sencillo, comprometido con su trabajo, talentoso como pocos.

Iván Ávila >
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Por Iván Ávila Pérez. Periodista, escritor y guionista.

No recuerdo cuál fue la primera banda sonora que escuché de Ennio Morricone, pero de seguro, tiene que haber sido en algunas de esas Tardes de cine, viendo con mi abuelo materno, en un televisor en blanco y negro de 14 pulgadas, esas películas de vaqueros que tanto le gustaban y de las que también me hice adicto con el paso de los años, mientras afuera de la casa, el calor arrasaba con Batuco, los animales que pacían en las parcelas cercanas y las acequias que rodeaban la avenida principal.

Quizás recién comprendí la importancia no sólo de las bandas sonoras, sino que de este compositor italiano, a fines de los 80, cuando el cine se convirtió en mi pasión. Recuerdo el impacto que me provocó su trabajo en La Misión (1986) de Roland Joffé. Sin restarle crédito a otros brillantes músicos creadores de bandas sonoras, encontrar una alianza perfecta entre fotografía, estado emocional de los personajes, exploración de música de época y contribuir a momentos épicos e impactantes, es en este film, un logro completo por parte de quien es, sin dudas, uno de los mejores autores del siglo XX, poseedor de una versatilidad impresionante, con una tremenda capacidad para leer imágenes e intencionalidad de director y guionista y con una capacidad superlativa para otorgar con sus creaciones, la atmósfera precisa a centenares de películas.

No ganó un Óscar en competencia hasta el 2016, por Los 8 más odiados de Quentin Tarantino, una banda sonora menor dentro de su discografía e incluso comparada con otros trabajos descollantes junto al mismo director como Kill Bill y Bastardos sin gloria. Era lógico, pues la industria estadounidense no mira con buenos ojos a los extranjeros y menos, a un tipo como Morricone, comprometido militante comunista que jamás migró al país gringo para proyectar su carrera, eligiendo a su querida Italia como residencia y lugar de trabajo, además de colaborar con realizadores de otros países europeos. Pero qué importa, si cuando Hollywood se dignó a reconocerlo, Ennio ya había ganado más de 50 premios a lo largo de su carrera y era considerado como uno de los mejores compositores de la historia del cine. Qué importaba si ya le había regalado al mundo bandas sonoras que hasta hoy tarareamos, si había contribuido al trabajo de directores de la talla de Sergio Leone, Bernardo Bertolucci, Gillo Pontecorvo, Sergio Corbucci, Pier Paolo Pasolini, Dario Argento, Wolgang Petersen, Pedro Almodóvar, Giuseppe Tornatore y Brian de Palma. Qué importaba si sus creaciones ya estaban en el consciente colectivo de millones de personas y si era referente obligado cada vez que hasta en una conversación de bar, a alguien se le ocurría hablar de música de películas: el nombre de Morricone aparecía en algún momento y nadie se atrevía a negar su calidad y aporte a la historia del cine. Qué importaba si su talento había contribuido a cambiar para siempre la percepción de un género tan popular como es el western e incluso, el del film noir centrado en figuras gangsteriles.

54 años de carrera y cerca de 500 bandas sonoras entre largos y cortometrajes avalan la trayectoria de un hombre sencillo, comprometido con su trabajo, talentoso como pocos. Y es en torno a su figura que surgen evocaciones como algunas ya mencionadas y que tienen directa relación con su impacto en la música popular y en la cultura de occidente, logro no menor para cualquier artista. Es por eso que la despedida del gran maestro italiano es amarga como pocas, pero al mismo tiempo, llena de notas, armonías y melodías, del recuerdo imborrable del protagonismo que le concedía al oboe, en especial desde los años 80 en adelante. Un “hasta pronto” que se cerrará la próxima vez que en algún lugar, escuchemos algunas de sus composiciones a través de las que su legado permanecerá vivo por mucho tiempo.