Poética Digital y Teatral

28 Noviembre 2019

La autora no solo tiene la virtud de ayudarte a viajar por el libro, donde presenta textos producidos en español por autores latinoamericanos, también advierte la necesidad de mostrar diversidad de géneros y tipos de literatura digital.

Nicolás Fontaine >
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Antes de escribir mis ideas que más adelante descubrirán que son sus ideas o de alguien que no conocemos, quiero aclarar que esto no es un comentario ni pretende ser una crítica, no podría. No tengo los antecedentes ni la formación que me permitan hacer un análisis exhaustivo del libro, por lo mismo no toco todos los temas que la autora trata. Esto no sé qué es. ¿Una reacción?, un input/output. Lo que salga de aquí es lo que me ocurrió después de la lectura.

Cuando mi hija tenía un año, la tenía en mis brazos y ella intentaba hacer zoom con sus dedos en la imagen de mi suéter, creyendo tal vez que su padre o la ropa de su padre era virtual, no lo sé. Dos años después llego a mis manos: –Narrativas y Poéticas Digitales en América latina, Producción literaria en el capitalismo informacional-. Tengo que leerlo me dije, para poder comunicarme con mi hija en algunos años. El puro nombre del libro de Carolina Gainza te atrapa. Antes de su lectura lo percibí como una suerte de convivencia entre familias de algoritmos con tribus de bot enfrentadas a lectores y escritores de papel, todos reunidos por el echo evolutivo del tiempo en que vivimos.

La autora desde el prólogo nos regala un banco de preguntas formuladas por variados autores artistas y teóricos, los cuales pretenden abrir nuevas interrogantes en torno a la creación literaria.

Santiago de Chile, 1992. “El teatro está en Crisis y siempre lo estará”, “El teatro es una crisis” recuerdo esas frases en mis primeras clases de Actuación. El teatro es un arte vivo, finito y en movimiento. Mientras leía el libro de Carolina Gainza fue inevitable comparar el proceso creativo de un teatrista donde el punto de partida puede ser tan amplio y variado tanto en su plataforma como en las posibilidades propias de conexión y estudio que tenga el artista escénico con su arte. La autora nos dice (Pág. 17) “El paso de un modelo centrado en la producción manufacturera a uno centrado en la producción inmaterial”. Internet y su estructura de navegación nos permiten introducirnos a múltiples temáticas abriendo y redireccionando páginas. Sin duda que la literatura se inmaterializa. El teatro tal vez sea el ultimo arte donde los medios de expresión pueden usarse en su totalidad sin intervención tecnológica alguna; me refiero al cuerpo, el movimiento, la voz, la literatura y el uso del espacio y la plástica. Entretenimiento, espectáculo, creación, arte y cultura. Libres en un espacio infinito y atrapadas en una única opción como dice la autora (pag19) “convertirse en medios de entretenimiento y quedar condenadas a la dependencia del mercado producto de la autonomía”.

En el capítulo I la autora comienza citando a Alan Liu “un día me fui a dormir como critico cultural y desperté al día siguiente transformado en un procesador de datos”. Ejemplificando la velocidad de estos tiempos, el Reuters Institute Digital New Report 2018 de University of Oxford señala que Chile tiene un 77% en penetración de Internet, y la primera radiografía realizada por la subsecretaria de telecomunicación en octubre del 2018 nos revela un crecimiento del 105% anual del tráfico móvil. Estamos frente a un cambio real del como sé expresa la sociedad en su conjunto y en él como se desarrolla los medios de producción de manera masiva y en constante crecimiento. Necesitamos transmitir que Internet no es un espacio que nos facilita la vida, no podemos limitar a la nueve únicamente al proceso de producción. Las personas ligadas a las artes la ciencia la cultura y el deporte debemos promover Internet como un espacio donde se hace la vida.

Pensamos muchas veces que la llegada de lo nuevo da paso a la muerte inmediata de costumbres antiguas, como nos comenta Gainza.(pag41) “Mcluhan señalo que la televisión represento el fin de la galaxia Gutenber o del predominio de la escritura” Personalmente he experimentado como ejercicio el dejar el uso de redes sociales por periodos largos y algunas redes simplemente ya no están en mí órbita de consumo, con esto quiero subrayar y compartir la idea de la autora sobre como los medios de producción direccionan un Internet donde “Alcanzar ciertos nodos o formas de interconexión se convierte en el fin del sistema y es precisamente hacia donde nos guían: que comprar, ver, leer, pensar.” (Pág. 49) En la medida que la autora avanza y expone su búsqueda comparativa de la libertad de Internet, cuestionando al capitalismo y poniendo la postura de Marx sobre un capitalismo que no sabe alimentarse, un vampiro.

Es la inmaterialidad que investiga Carolina Gainza la que hace despertar mi interés. Como comenté al inicio “El teatro es una crisis” siendo estudiante en los 90 escuché reiteradas veces las virtudes del teatro para la vida y sus relaciones interpersonales, este comentario siempre relacionado con la vida futura en un “campo laboral” nos enseñaban actuación sabiendo que muchos no serían actores. Ese cruce extraño aparece nuevamente al leer este libro, pues la relación que construye un grupo humano sobre una escena constituye una pieza teatral. Lo mismo ocurre con ciertas narrativas poéticas que es el objeto de estudio de este libro.

La autora nos dice (Pág. 75) “La incorporación de estas tecnologías en la producción literaria implica un cambio en la materialidad, tanto del dispositivo como de la escritura”. La actuación en el teatro ha vivido en su historia cambios de forma y fondo en variados temas; hasta hace un par de siglos se tenía una cuarta pared imaginaria que hoy no existe, hace no mucho la improvisación en cualquiera de sus formas no existía en la mayoría de los teatros, la electricidad y la literatura llegan después que el teatro o de lo que dio origen a este. Es tremendamente interesante Narrativas y poéticas digitales, porque nos permite ver de manera condensada un flujo de cambios del como entendemos la literatura tanto en su estructura, temática, autoría y su soporte. ¿Es el texto literario el que tiene vida?, ¿El hipervínculo? Leer para jugar y divertirse, ¿no se trata de eso? ¿No es toda la literatura en si horadada?

Yo Entiendo la lectura como un acto de entretención con uno mismo, como un lugar de aprendizaje y conocimiento de un otro, pero sobre todo es un espacio donde nos perdemos una y otra vez, un lugar de reflexión sobre el hoy. Como respondería Diógenes frente a la pregunta de unos jóvenes sobre la utilidad de la filosofía “de no ser para otra cosa que estar equipado para cualquier azar”. Como estaba escrito en el templo de Apolo en Delfos “Conócete a ti mismo el afán de no dejar de aprender nunca, es la aventura de conocerse a uno mismo”

Si bien es el progreso el que nos permite avanzar y profundizar la información, es este mismo el que fija y decide lo que consumimos. No puedo dejar de lado lo inquieto que me deja esta lectura frente Copyright (derecho de autor). Primero porque agudiza una duda que siempre viaja conmigo. ¿Es el autor literario, el director o el Actor el dueño de sus creaciones y sus derechos autorales, por lo tanto, el beneficiario de la explotación económica de los mismos? No lo sé. Narrativas y Poéticas Digitales en América latina, es un ensayo necesario, profundo, pionero como lo dicen varios autores en su contratapa. Pero sobre todo pone en tela de juicio el Copyright o lo que entendemos de el, la autora cuestiona y sobre todo compara la mirada variada de autores sobre sus derechos de explotación de sus obras.

La interpretación del actor está definida por la interrelación de una textualidad determinada, es escuchada y desarrollada en un espacio según su posible accionar con otro cuerpo en escena, el director o el responsable de la puesta en escena también intervienen y modifican la expresión escénica en su conjunto. Bajo ese principio, la autoría como explotación económica es reduccionista y concuerdo con variados autores que pertenece a una lógica de mercado y no de salvaguardar sus derechos morales.

El capítulo dos de este libro viaja desde la percepción personal de variados autores de su tiempo, en ese mismo contexto la autora desmenuza una literatura digital que se transforma y evoluciona constantemente. Es la estructura y los límites del autor y lector los que comienzan a cambiar los lectores entran con protagonismo autoral y los autores –algunos centran el Copyright al reconocimiento moral del autor. Bertolt Brecht hablaba del Dramaturgen (dramaturgos) que consistía en la escritura de una obra sobre la misma de otro autor, Poniendo o no el argumento como inspiración o como acción hacia la nueva escritura.

El laberinto de posibilidades que nos da la literatura digital es tan amplio que solo las reglas previas a la escritura permiten poder configurar una obra terminada, si es que esa es la intención; como Góngora Wardtoys (2011) que establece una estructura de cien posts, durante cien días consecutivos. Es en este capítulo donde la autora nos presenta desmenuza y compara las narrativas digitales de América latina.

El teatro que es un arte finito único e irrepetible, ya que tras cada función sus mayores instrumentos están vivos -los actores- podríamos comparar lo que ocurre en la preparación y ejecución de una escena con la creación digital en la literatura, es tan clara la similitud que me permite pensar que lejos de lo que se piensa el teatro encuentra un nuevo aliado en la literatura digital.

Los libros no han sido desplazados como repositorios de saber, pero si han perdido su centralidad frente al desarrollo de los medios digitales. (Pág. 94). De esta forma, el mundo de percepciones que abre la estética de los textos electrónicos es la antesala de la aparición de diversas prácticas culturales en relación con la creación literaria. (Pág.96) “Las tecnologías en Latinoamérica han sido generalmente incorporadas sin

considerar las condiciones estructurales de nuestra cultura y junto a la promesa de modernización que se vincula a un discurso prevalente en la región que resalta la idea de que la importancia de tecnología significa mayor desarrollo.” (Pág. 112)

interesante conocer las cláusulas de escritura que define Domenico Chiappe y que la autora desarrolla desde la pagina 121 como de hipermedia. Mas adelante nos pregunta ¿son los videojuegos una de las narrativas-estéticas de nuestro tiempo?, ¿Es la unidad de tiempo un factor clave a la hora de dar espacio a estos nuevos formatos? Recuerdo la imagen de una mujer que patinaba, Leia y escuchaba música a la vez. Sin embargo, su rostro representaba un estado etéreo arrancado desde y hacia otro lugar, una suerte de multimedia humana sin interconexión. La autora nos dice “Las tecnologías en Latinoamérica han sido generalmente incorporadas sin considerar las condiciones estructurales de nuestra cultura y junto a la promesa de modernización que se vincula a un discurso prevalente en la región que resalta la idea de que la importancia de tecnología significa mayor desarrollo”. (Pág. 112). Muchas veces me he preguntado, ¿Tanto celular y whatsapp? para terminar comunicándose como boquitoqui entre nosotros. La tecnología sin un sustrato orgánico en el usuario provoca situaciones como la historia de aquel hombre que no podía cobrar un cheque por caja, el cajero le dijo: Señor, el sistema me dice que está muerto, a lo cual el hombre le mostró de nuevo su carnet y le dijo yo estoy vivo no me ve. Mire señor si el sistema me dice que está muerto usted está muerto.

Las interfaces que muestra la autora en algunos libros o poemas como “El jardín de la emperatriz suizo” nos recuerda la lógica de los primeros libros infantiles armables, es precisamente donde lo analógico vuelve a cobrar valor como la fuente creativa de las artes. ¿Podrán las maquinas pensar? También se refiere a esto y al recorrido de la pregunta en los últimos años. Sin embargo, la producción cultural como dice ella (pag153) “se ha modificado debido al desarrollo y utilización de las tecnologías digitales, donde, por otra parte, vemos que existen actores, como las discográficas y las editoriales, que continúan sumergidos en el mundo del copyright”

Interesante reflexión sobre la posible autoria de los robots, varios días reflexione sobre la posible interacción de un actor bot con un actor Humano, que ocurre en temas de derechos de reproducción he interpretación. Nuestras practicas sociales y culturales desprendidas de Internet están lejos de nuestra “legislación anacrónica” señala Gainza, pues deja una gran tarea a los estudiosos del copyright donde la muerte de la autoria podría ser un resultado más temprano si las industrias culturales no se adecuan a estos cambios. Un buen ejemplo desde la legislación del futuro lo da el premio Nobel de Economía Jean Tirole en su libro “La economía del bien común” la gran interrogante sobre dos autos que son robotizados y van a colisionar contra otro, ¿cuál es el algoritmo para esto?, si uno de los autos viene con un pasajero y el otro con cinco pasajeros, ¿Es el mercado el que decidirá cuál es más importante? algo así entiendo lo planteado por la autora de este libro. Lo obsoleto de la legislación lleva entre otras cosas a una discusión carente de conocimiento y profundidad de las posibilidades reales de creación que se tienen hoy. Como dice la autora “cada avance tecnológico ha traído una promesa de democratización: la imprenta, la fotografía, la prensa, el cine, la radio (..) nos encontramos en un periodo de transición donde, por un lado, el sistema de copyright no es capaz de dar cuenta de las nuevas fuerzas sociales y culturales y ,por otro, los resultados de sistemas de regulación de la circulación de la producción cultural (..)La dimensión moral protege a los autores en relación con la originalidad emanada de su condición de sujeto individual y único”

He sacado estas últimas frases de varios capítulos, las cuales agrupe por la resonancia que tienen. Espero que mis palabras ayuden a que otros se entusiasmen con la lectura de este libro.

la autora no solo tiene la virtud de ayudarte a viajar por el libro donde presenta textos producidos en español por autores latinoamericanos, también advierte la necesidad de mostrar diversidad de géneros y tipos de literatura digital. Además, reconoce su deuda con tecnologías nuevas como la poesía de códigos, la poesía de emojis o memes. Carolina Gainza comparte un tesoro encontrado y pulido con años de trabajo, lo hace con la sutileza y generosidad de una profesora que expone los argumentos para que cobren vida en el lector.

Nicolás Fontaine

Faro de la nueva Extremadura