¿Se pueden imaginar que un grupo de bacterias recorre parte del suelo chileno recogiendo la ley más baja de cobre? Estos pequeños “mineros” de la naturaleza ha sido el descubrimiento más prometedor para soluciones menos costosas y esperanzadoras en el rubro minero.

Siendo chile el primer exportador de cobre en el mundo, esta bacteria aún en estudio sería la esencia del proceso llamado “Biolixiviación”. Este proceso utiliza 6 veces menos cantidad de agua y 3 veces menos energía, un verdadero alivio en el momento donde el cobre tiende a la baja con un precio que podría disminuir de los  US$2 la libra. El precio más bajo en los últimos 6 años. Sumándole a esto la baja en la importación China la cual se encuentra en desaceleración económica y consume el 40% de nuestra materia prima nacional.

"Se está acabando el gigantismo de la minería, la biotecnología podría ser el futuro y con la biolixiviación estamos hablando de optimizar procesos naturales, con menor impacto ambiental y mayor eficiencia", comentó Pilar Parada, Gerente General de Biosigma, empresa creada en el año 2002 por Codelco y Jx Nippon Mining and Metals Corp.

¿Y cuál es el trabajo de estas bacterias? Principalmente realizan un mejor tratamiento al mineral, separando el hierro y el azufre del cobre lo que permite un mejor trabajo en la solución de grandes piscinas las que terminan enviando el mineral para procesarlas  en planchas de metal.

"Aceleramos el proceso natural, lo que lleva años en la naturaleza nosotros lo hacemos en meses y demostramos que esta tecnología es muy eficiente, un 30% a 50% más eficiente que tecnologías convencionales", afirma la encargada gerencial.

Eso sí, indicó también que “La tecnología es sólo viable cuando la concentración del metal en la roca es baja -entre 0,45 y 2%-, ya que cuando es mayor se utilizan las técnicas tradicionales de extracción.”

Pero lo interesante radica en que Sólo en Codelco, responsable de un 11% de la producción mundial de cobre, existen más de 1.700 millones de toneladas de mineral disponible en sulfuros de baja ley, que potencialmente podrían significar dos millones de toneladas de cobre adicionales que hoy no están en ningún plan de producción. Algo parecido con lo que se hace en las piscinas de escoria en las grandes mineras.

¿Y cuáles son los beneficios asociados? Primero que todo esta tecnología podría significar un aporte de entre 50 a 60 mil toneladas de cobre fino adicional. Segundo es sustentable y de menor impacto ambiental, lo que traería consigo la búsqueda de yacimientos de baja ley y trabajos mucho más cercano a poblaciones sin causar mayores perjuicios. Cabe destacar que ante la ley si  la llamada “Licencia Social”  no es aprobada por la comunidad, dicha minera no debería instalarse en las inmediaciones de los espacios urbanos.

Cabe destacar que este proceso aun en pañales viene desarrollándose desde hacía años atrás. En tiempos del súper ciclo del cobre, los más altos costos pudieron ser pagados, ahora solo queda desarrollar la tecnología invertida. Ciertamente siendo una aplicación de muy bajo costo puede traer humo blanco a los planes de la cuprífera que estima –y planea- mantener los 1,6 millones de toneladas anuales y un plan de inversión para los próximos cinco años lo que buscaría aumentar la productividad en un 18%.