Por Alejandra Arévalo Allende. Vicerrectora Universidad Pedro de Valdivia Sede Antofagasta

Son múltiples los desafíos que debimos enfrentar las Instituciones de Educación Superior con la llegada de la pandemia: retos académicos, curriculares, de evaluación, de logística, entre otros. Algunos de ellos, ya se observan en mesas de trabajo de los distintos ambientes universitarios.

Sin embargo, respecto a la realidad de nuestros y nuestras estudiantes, existe un desafío que ha sido poco visualizado y que me parece de suma importancia relevar en esta columna: La desigualdad que experimentan nuestras estudiantes trabajadoras para cumplir con este rol.

Las instituciones de enseñanza superior hemos realizado múltiples acciones para apoyar a nuestras y nuestros estudiantes. La Universidad Pedro de Valdivia ha entregado el 100% de las becas estipuladas para el año 2020, autorizándose la postergación de cuotas en aranceles y otorgándose créditos blandos según las necesidades emergentes.

En lo psicológico, hemos desarrollado acompañamiento virtual para apoyar la salud mental de nuestra comunidad estudiantil. Sumado a ello, entregamos computadores y bandas anchas móviles, según los requerimientos de nuestra comunidad estudiantil, con el objetivo de apoyar la implementación de las clases virtuales.

Sin embargo, pese a toda la ayuda descrita, existe un grupo de estudiantes que se mantiene en desventaja para estudiar manifestado en aquellas estudiantes de carreras vespertinas, que son jefas de hogar; que viven en hogares monoparentales, con más de un hijo o hija en edad preescolar y/o escolar.

Nuestras alumnas, que por añadidura ya deben cargar con las brechas salariales existentes en el país y con la escasa cultura de corresponsabilidad en la crianza de sus hijos o hijas por parte de los padres, se les suma en la actualidad la falta de redes de apoyo producto del confinamiento, ya que ellas estudiaban cuando sus hijos e hijas estaban al cuidado de otros, efectuado principalmente por sus madres.

¿Porque una mujer que es proveedora y madre no puede ser estudiante universitaria? La pandemia ha develado esta nueva desigualdad hacia la mujer y las instituciones de Educación Superior no deben desconocer esta realidad, brindándole apoyo a sus estudiantes para que cumplan en plenitud su rol.

Sabemos que no existe una única solución a este desafío porque obedece a múltiples factores y cada uno de ellos se expresa de manera individual según cada realidad. Sin embargo, me permito señalar que, a nivel macro, deberíamos avanzar hacia un cambio cultural donde la crianza de los hijos e hijas no se encuentre supeditada exclusivamente a las madres, así como también las labores del hogar. La corresponsabilidad en la crianza de los hijos debe ser informada, difundida y explicada.

En el caso de las universidades, las casas de estudio deben apoyar el rol de estas estudiantes, a través de la flexibilización en su asistencia a clases y adaptando sus evaluaciones, las que deben incluir clases sincrónicas y asincrónicas en las plataformas virtuales. Para avanzar en Equidad de Género, las instituciones de Educación Superior no debemos ser otro factor más de desigualdad a lidiar.