Marcela Olivares Rojas, mamá de León

Antofagasta Habla de Autismo

Al finalizar el día, puedo hacer recuento de lo afortunada y agradecida que estoy por tener el hijo que tengo y los hermanos que le tocaron. Se me hincha el corazón de orgullo saborear los pequeños grandes avances que da mi hijo.

Esa pena y falta de fe que tenía hace meses atrás cuando me dijeron su diagnóstico, ya se han ido. Se ha transformado ese sentimiento sombrío en esperanza y lucha.

Ahora solo vivo cada día como si fuera el último, carpe diem.

No me proyecto más con que mis hijos quiero que sean lo que yo quiero, sino con lo que ellos quieran, esencialmente, felices.

Dejo mi egoísmo de lado, pues no quiero repetir este círculo vicioso que seguimos por generaciones en nuestra familia. Hoy hago un quiebre y apoyo a mis hijos en alcanzar su felicidad. No en alcanzar algo que yo no pude. 

El autismo nos ha cambiado la perspectiva de ver nuestro futuro. Nos ha hecho más sensibles y agradecidos de estar vivos y juntos como familia. Unidos por nuestro angelito. 

El amor que tenemos por él y que nos tenemos nos hace salir adelante todos los días. Y sobre todo, el saber que no somos los únicos y que no estamos solos.

Somos muchos, uno de cada 50, según las últimas estadísticas.