Buenas conversaciones, buenos futuros
Ciudadanía activa para profundizar la democracia
Las organizaciones y movimientos sociales son esenciales en una democracia, es la unidad primaria de organización ciudadana y, por lo tanto, debe ser reconocida como tal, fortaleciendo su autonomía y gestión
Paula Orellana Uribe >
authenticated user Corresponsal Corresponsal CiudadanoPor Paula Orellana. Periodista. Doctora en Antropología Social y Diversidad Cultural.
Candidata a Gobernadora Regional por el Frente Amplio Antofagasta.
La ciudadanía es clara en exigir una nueva forma de hacer política, que ponga en el centro de la toma de decisiones a las personas y sus demandas. Este nuevo modo debe considerar y favorecer instancias que den cabida a la participación activa de independientes, neutrales y organizaciones sociales, con voz e incidencia en las decisiones estatales.
Después de tener un plebiscito cuyo resultado abre las puertas para escribir una nueva Constitución, es determinante que ese texto sea escrito por representantes de la ciudadanía electas/os (78,99% opción convención constitucional) y no los mismos de siempre.
Ante estos resultados, debemos discutir qué mecanismos profundizan y amplían la democracia en nuestro país. No obstante, para generar esta discusión los representantes políticos no deben seguir desconectados del mundo social, sino que escuchar e incorporar los requerimientos del pueblo, el cual exige que se proporcionen las mejores condiciones para incluir la participación ciudadana de forma directa y vinculante en la política nacional.
Estos espacios, sin embargo, no son solo institucionales. Las organizaciones y movimientos sociales son esenciales en una democracia, es la unidad primaria de organización ciudadana y, por lo tanto, debe ser reconocida como tal, fortaleciendo su autonomía y gestión. Las organizaciones sociales son pilares fundamentales en nuestra sociedad, trabajan por objetivos comunes mediante redes de apoyo y colaboración dentro de las comunidades, siendo agentes de transformación social.
ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
En Chile hay 234.500 organizaciones de la sociedad civil a nivel nacional en temáticas tan diversas como desarrollo social y vivienda (32,1%), cultura y recreación (31,6%), educación e investigación (13,3%), asociaciones gremiales y colegios profesionales (11,5%), servicios sociales (5,4%), salud (1,4%), defensa de derechos y política (2,4%), medioambiente (0,9%) y otros (1,4%); según datos del Centro de Políticas Públicas UC hasta enero de 2020, sin considerar las cientos de ollas comunes creadas durante la pandemia en varias ciudades del país.
Actualmente están cumpliendo dos funciones muy claras: luchan por derechos fundamentales que no están resguardados en la Constitución; y suplen las carencias que el sistema deja al abandono en cuanto a políticas públicas del Estado. Excluirlas o minimizarlas en la convención constitucional, sería darle la espalda a la ciudadanía.
Hoy, por la acción movilizada de la ciudadanía y en especial por las fuerzas sociales organizadas que presionan desde diversos escenarios para exigir cambios estructurales profundos, podemos apreciar que se están generando las condiciones para discutir y encauzar el modelo sociopolítico hacia la inclusión y participación de la ciudadanía, la cual “debe ser entendida en un doble sentido: de fortalecimiento de la sociedad civil contra la fragmentación del tejido social (reconstrucción del demos) y el desarrollo de mecanismos de participación ciudadana en la gestión de lo público, contra la desvalorización de la democracia y la política (reconstrucción de la polis)”, según publicó el sociólogo Juan Pablo Paredes en 2011. Su mirada es una apuesta por caminos inexplorados en nuestro país.
El momento es definitorio y único para que estas mismas organizaciones fortalezcan confianzas con la ciudadanía e incentiven la participación en ellas, como asimismo resulta imprescindible el reconocimiento de las propias ciudadanas y ciudadanos del valor de integrarse a estas organizaciones y desde allí consolidar espacios que profundicen la democracia.
No cabe duda que la constituyente es una oportunidad para comenzar a profundizar la democracia. La nueva Constitución debe ser escrita por mayorías democráticas que representen la diversidad propia de nuestro país, incluyendo a los pueblos originarios, la disidencia sexual, trabajadoras y trabajadores de la cultura, el arte y la ciencia, representantes de organizaciones sociales y vecinales, entre otros, porque son ellxs quienes acogen, conocen y resuelven las necesidades del pueblo desde sus territorios, cuando el Gobierno de turno y sus representantes no están a la altura de las circunstancias.