Editorial Mi Voz: Algo huele mal en el convivir

Editorial Mi Voz: Algo huele mal en el convivir

15 Marzo 2021
¿Qué giro tomar para enmendar el rumbo, para empezar a conversar y convivir de manera que permita construir, debatir, hacer comunidad, reparar los daños que ha dejado y dejará la pandemia, prevenir las violencias y abusos y, real y finalmente, vivir en paz?
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“Algo huele mal en Dinamarca” se decía antaño cuando confusos hechos negativos habitaban soterrados a las conversaciones de salón. El caso de Martínez y González en Panguipulli, artista callejero y carabinero, presas de recelo mutuo, cuyo fugaz encuentro termina a balazos; los tristes overoles blancos en Colchane con los que se quiso ocultar los rostros de migrantes otra vez desterrados; exaltados o infiltrados derribando estatuas, ensombreciendo lo que debió ser una victoria feminista. Estos sucesos muestran el verdadero rostro de un país que ya no soportamos y que urge dejar atrás, so pena de que nos arrebaten lo más preciado de la identidad de Chile: Una ética en nuestra convivencia. 

No-conversaciones 

Sorprenden estos fenómenos en un país que reconquistó a tan alto precio la democracia, pero también es relevante notar que es expresión de un deterioro del convivir a nivel planetario. Vemos protestas como no había hace 40 años en diferentes puntos de los Países Bajos, fuertes enfrentamientos entre protestantes y policías en Túnez, millones de migrantes que huyen de distintos países en crisis y un amplio descontento en Chile y en América Latina, que rebrota cada tanto ante cada descriterio factual. 

Una vez más aparece la polarización en forma de atrincheramientos que nos impiden construir dialogo y perspectiva convergente. Podríamos decir, incluso, que algo que salta a la vista son las no-conversaciones que estamos teniendo, pues no son solo los hechos en sí los que saltan a la vista, también lo que producen en nuestras conversaciones que, generalmente, devienen en peleas insulsas o simplemente ni siquiera hay espacio para éstas. 

Un pacto para convivir 

Es evidente que hoy muchos de nuestros pactos más básicos están rotos: octubre de 2019 es una prueba de lo afectadas que estaban las raíces profundas de nuestro convivir, más intensificado que atenuado por la pandemia. Las pérdidas cuantitativas y cualitativas que se han generado en los ámbitos de la salud, la educación, el empleo y las industrias en general, el cierre de empresas como también la digitalización forzada de otras o la paralización de los espacios del arte, la cultura y la entretención como los conocíamos, tienen y tendrán grandes impactos que condicionan lo esencial de nuestros modos de vivir. 

¿Qué giro tomar para enmendar el rumbo, para empezar a conversar y convivir de manera que permita construir, debatir, hacer comunidad, reparar los daños que ha dejado y dejará la pandemia, prevenir las violencias y abusos y, real y finalmente, vivir en paz? 

Alguien tiene que darse cuenta y asumir que es tiempo de unidad, no vacía ni patriotera sino para cambiar Chile. Debemos asir con pasión el proceso constituyente, la futura nueva constitución, la elección de una nueva Presidenta o un nuevo Presidente para la nueva República, habremos de vigilar que por fin tienen que cambiar las cosas y refundar no pocas, las pulsaciones que hoy alteran nuestra vida cotidiana interpelan a los liderazgos a sumir su responsabilidad. Ese es el giro que se nos propuso con el plebiscito y responder a éste es participar, incidir y atender, pues allí reside la oportunidad de un nuevo pacto para convivir.

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